Wednesday, June 22, 2011

LEYENDAS DE BILL

(El Rey Lear – Romeo y Julieta) (Dos actos)
Adaptación para cuatro actores, de Eduardo Rodríguez Solís

Personajes:
Actor 1
Actriz 1
Actor 2
Actriz 2          

     ACTO PRIMERO. ESCENARIO DESNUDO. ENTRAN LOS CUATRO ACTORES.
ACTOR 1: Hoy, sea de día o de noche, los actores de este teatro, proponemos un experimento… un experimento que llamamos “Dos por uno”. Este programa es como los antiguos programas dobles que veíamos en las matinés de los cines… Una película de terror y una película musical… Y todo por el mismo boleto.

ACTRIZ 1: Aquí, en este teatro de títeres y comedia, se representan dos obras de teatro en un juego diferente. Cada pieza transcurre en media hora.

ACTOR 2: ¿Teatro compacto? ¿Teatro de cápsula? Pues, más o menos.
ACTRIZ 2: Y una cosa muy importante… Si las obras originales se teatralizan con más de veinte actores, aquí, en este teatro de títeres y comedia el juego teatral se realiza con sólo cuatro... Dos actores y dos actrices… Y no somos más, porque nuestro universo es muy chiquito… Cabe en un dedal de costura.
ACTOR 1: Gulielmus Filius Johannes Shakespeare… Ese es el tesoro de hoy. Dos obras de este dramaturgo inmortal… Gulielmus Filius Johannes Shakespeare, porque así anotaron en su acta de nacimiento… Guillermo, Hijo de Juan Shakespeare… Gulielmus Filius Johannes Shakespeare…

ACTRIZ 1: “El Rey Lear” en la primera parte y “Romeo y Julieta”, en la segunda parte. Bonito programa doble. Bonito programa teatral…

ACTOR 2: ¿Los actores? ¿Las actrices? Gente común y corriente. Gente como la que nos encontramos en el Metro o en la misa de los domingos. Gente común y corriente.

ACTRIZ 2: Pero en el Metro sólo vemos a los que tienen las bolsas de los pantalones rotas. Y en la misa del domingo, a los que tienen miedo existencial.
ACTOR 1: El miedo existencial es aquello que no nos deja dormir en paz… Siempre aparece cuando hemos hecho una mala jugada en el ajedrez de la vida.
ACTRIZ 1: El ajedrez de la vida, todo lo que hacemos… la suma eterna e infinita de los actos cotidianos.

ACTOR 2: Yo voy a la iglesia a ver a las muchachas. Todas lucen sus mejores trapos y se pintan como payaso de circo.

ACTRIZ 2: Yo voy porque me gustan los cantos. Creo que la música que escuchamos en misa es la misma que escucharemos en el cielo.
ACTOR 1: Pero el cielo hay que ganarlo. El cielo no se regala.
ACTRIZ 1: Si eres malo y te quieres ir al cielo, no te dejan entrar. En este mundo hay cámaras, fotografiando lo bueno y lo malo.

ACTOR 2: Y luego toda esa información se manda por computadora… La reciben en el cielo y la catalogan con cuidado.
ACTRIZ 2: Antes se enviaba esta información con palomas o con pajaritos de cualquier color.
ACTOR 1: Todo se enviaba a golpes de tambor.

ACTRIZ 1: Bueno… ¿estamos listos? ¿Ya podemos empezar?

ACTOR 2: Tenemos el guión en la memoria… Ahora, a repetir las palabras como pericos…

ACTRIZ 2: No. Como pericos, no… Eso sería una estupidez… Hay que decir las palabras del poeta con el corazón, lograr que nuestros sentimientos se puedan transmitir… Hay que actuar con limpieza, con sinceridad…
ACTOR 1: Si somos pericos, somos idiotas… Hay que hacer las cosas con pasión y seguir las instrucciones al pie de la letra…
ACTRIZ 1: Porque un buen actor y una buena actriz deben ser perfectos…

ACTOR 2: Pues trataremos de serlo…

ACTRIZ 2: Hay que hacer el esfuerzo. El público de hoy lo merece.

ACTOR 1: Hay que trabajar con la memoria, el sentimiento, nuestros cuerpos y la voz.
ACTRIZ 1: La memoria que traemos en el cerebrito, del tamaño de este dedo.

ACTOR 2: El sentimiento que ha de salir del alma, de la inteligencia…
ACTRIZ 2: Los cuerpos que han de moverse por todos lados… piernas, manos, gestos.

ACTOR 1: Y finalmente, la voz, que ha de escucharse con mucha claridad… La voz tiene que llegar hasta las últimas butacas del teatro.

ACTRIZ 1: A expulsar los problemas que traemos del mundo real… Quizás haya que meterlos en un costal imaginario, quedar uno limpio y perfecto para actuar.

ACTOR 2: Y antes de empezar la primera obra solicitamos a los dioses del Olimpo que nos ayuden en el trance, que nos den fuerzas para brindar al público de hoy, una buena función.
ACTRIZ 2: Porque ustedes lo merecen… para ustedes estamos hechos…

ACTOR 1: Que los dioses del Olimpo iluminen nuestro camino sobre las tablas y nos permitan ser los buenos comediantes que queremos ser.

ACTRIZ 1: “El Rey Lear” se representó alguna vez en el Palacio de las Bellas Artes, de la ciudad de México, bajo la dirección escénica del maestro Seki Sano.

ACTOR 2: Seki Sano fue un director de teatro de origen chino. Era una persona muy inteligente y creativa.

ACTRIZ 2: Añoraba emplear al actor Ignacio López Tarso para su puesta en escena, pero Bellas Artes se negó a pagar un buen sueldo a López Tarso. El papel del Rey Lear lo hizo Narciso Busquets.

ACTOR 1: Hubo cuarenta funciones y el trabajo no hizo eco. Casi, casi fue un fracaso, según la crítica local.

ACTRIZ 1: Al poco tiempo, Seki Sano, el director, murió de un infarto. Vivía en un departamento lleno de libros y libretos de teatro.
ACTOR 2: La dueña del edificio limpió el departamento. Sacó porquería y media, y arrojó por la ventana todos los libros y papeles del viejo Seki Sano.

ACTRIZ 2: Seguramente por ahí voló el libreto de “El Rey Lear”.

ACTOR 1: Estimado público… Hoy el espíritu y la inteligencia de William Shakespeare van a aparecer en el teatro.

ACTRIZ 1: Transformados, desde luego. En estos tiempos modernos son necesarias las transformaciones.

ACTOR 2: No podemos usar exactamente el lenguaje de Shakespeare. Tenemos que hacer aclaraciones… facilitar las cosas…

ACTRIZ 2: Hacer algo distinto… Y todo para el bien, entendimiento y placer de nuestro público.
ACTOR 1: Las obras se escribieron hace mucho tiempo. Shakespeare nació en 1564 y murió en 1616.

ACTRIZ 1: Escribió mucho teatro y poesía. Son famosas “Otelo”, “Hamlet”, “El mercader de Venecia” y “Sueño de una noche de verano”.

ACTOR 2: Obras escritas en un inglés muy clásico. Un inglés que hasta en Inglaterra no se entiende a veces muy bien.
ACTRIZ 2: Literatura grande, extraordinaria.
ACTOR 1: Y hablando de “Sueño de una noche de verano”, hemos de decir que por el año 1828, el compositor Félix Mendelssohn, escribió una obertura para la obra del mismo título.
ACTRIZ 1: Esa obertura incluye la famosa Marcha Nupcial, que tanto conocemos y hemos escuchado.
ACTOR 2: Un poco antes, alrededor del 1800, los hermanos Lamb convirtieron algunas obras de Shakespeare en cuentos para jóvenes.
ACTRIZ 2: Los cuales han nutrido las adaptaciones que ustedes van a ver…
ACTOR 1: Pero ya basta de tanta palabra… Dejemos que la acción ocupe su lugar en “El Rey Lear”… 
ACTRIZ 1: Que se inicia presentando a…

ACTOR 2: Lear, Rey de la Gran Bretaña, que tiene tres hijas.
ACTRIZ 2: Gonerila, esposa del Duque de Albania…
ACTOR 1: Regana, esposa del Duque de Cornval…

ACTRIZ 1: Y Cordelia, joven soltera, cuya mano se disputan el Rey de Francia y el Duque de Borgoña, que por ahí vagabundean en la Corte del Rey Lear…

ACTOR 2: ¿Qué buscarán? ¿Fortuna, inmortalidad?

ACTRIZ 2: ¿El conejo dibujado en la luna? ¿Quién sabe?

ACTOR 1: El Rey Lear envejece por día, tiene ochenta años. Ochenta primaveras. Ochenta veranos. Ochenta de todo…
ACTRIZ 1: Quiere abandonar los negocios del Estado… Quiere entregar su batuta a los jóvenes… Quiere prepararse para la muerte, que ya no debe tardar.
ACTOR 2: Llama a sus tres hijas. Aquélla que le dé más amor, recibirá mayores beneficios.
ACTRIZ 2: Gonerila, la mayor, declara que ama a su padre más de lo que puede expresar con palabras…

ACTOR 1: Lo ama más que a la luz de sus ojos, más que a la libertad y la vida…

ACTRIZ 1: Palabras propias de un amor ficticio, no del verdadero y sencillo amor.

ACTOR 2: El Rey Lear está feliz con sus explosiones de afecto, cree que le salen del corazón…

ACTRIZ 2: Como premio, le regala la tercera parte de su reino.
ACTOR 1: Luego pregunta a Regana qué tanto amor siente por él.

ACTRIZ 1: Hecha del mismo metal que Gonerila, Regana se muestra no menos apasionada y expresiva…

ACTOR 2: Todas las alegrías y deleites le parecen insípidos ante el privilegio de amar a su padre, su rey…
ACTRIZ 2: El Rey Lear se siente feliz de tener hijas tan amantes… Le concede a Regana otro tercio de su reino…

ACTOR 1: Y entonces viene lo bueno...la parte en que hay que parar bien la oreja.
ACTRIZ 1: Suenan tambores y tocan trompetas… Le toca el turno a Cordelia, su hija menor, su favorita. Las esperanzas son inmensas…

ACTOR 2: Pero Cordelia, disgustada, habla de manera clara y sencilla…
ACTRIZ 2: Cordelia ama a Su Majestad porque es su deber, ni más, ni menos…
ACTOR 1: ¿Porque es su deber, ni más, ni menos?

ACTRIZ 1: Eso dice Cordelia…
ACTOR 2: Decepcionado el Rey por tanta ingratitud, le pide que cambie sus palabras, pues está en riesgo su fortuna.

ACTRIZ 2: Cordelia corresponde, cumple sus deberes como hija.

ACTOR 1: Lo ama y lo honra, pero no quiere compartir su amor altisonantemente…

ACTOR  2: Cordelia ama en silencio.
ACTRIZ 2: Su padre no distingue la verdad de la lisonja, ni las frases falsas de las palabras buenas…

ACTOR 1: Se enfurece y regala la porción de Cordelia a sus otras dos hijas.

ACTRIZ 1: Llamando a los maridos a la corte, les entrega su reino.
ACTOR 2: Reserva para él la corona únicamente. 

ACTRIZ 2: Los viejos pierden el equilibrio con frecuencia. No saben quién dice la verdad… Y confunden las flores con los insultos…

ACTOR 1: Yo no quiero llegar a viejo. No quiero que me pase lo que le pasó al Rey Lear.
ACTRIZ 1: Uno no se ha muerto todavía y ya empiezan a aparecer cuervos por todos lados.
ACTOR 2: Perdón por el paréntesis, pero creo que hay que recordar una obra de teatro de nuestros días. Me refiero a “Los cuervos están de luto”,  una obra muy mexicana.

ACTRIZ 2: Hugo Argüelles, el autor, cuenta la historia de un viejo rico, que se está muriendo, pero que no se muere… mientras los familiares pelean por sus pertenencias.

ACTOR 1: ¿Ves? Siempre aparecen cuervos…
ACTRIZ 1: Creo que la muerte, la Catrina, manda primero a los cuervos… Después, cuando ya no hay remedio, aparece ella misma…
ACTOR 2: Pero siempre hay cuervos…

ACTRIZ 2: Cuervos aquí, y cuervos allá.
ACTOR 1: Pero volvamos a la historia… La decisión de Lear es imprudente, descabellada… Los cortesanos se llenan de dolor.
ACTRIZ 1: Nadie dice nada, excepto el Conde de Kent, que decide apoyar a Cordelia…
ACTOR 2: Irritado el Rey le dice que se calle, e incluso lo amenaza.
ACTRIZ 2: El Duque de Kent, su fiel consejero, insiste en que escuche a Cordelia, quien no le ama menos que las demás.

ACTOR 1: Pero el rey lo destierra.
ACTRIZ 1: ¡Qué buena noticia! Para Kent, mayor agonía sería quedarse…

ACTOR 2: Encomienda al cielo a Cordelia y se larga del reino.

ACTRIZ 2: Vale aclarar que es aquí cuando el Rey de Francia y el Duque de Borgoña son llamados a escena.
ACTOR 1: El segundo no quiere a Cordelia.
ACTRIZ 1: Pero el Rey de Francia le propone matrimonio.

ACTOR 2: Creo que el Duque de Borgoña es un duque acuoso, porque todo su amor se escurre como agua.
ACTRIZ 2: Con lágrimas en los ojos, Cordelia se marcha.

ACTOR 1: Mientras sus hermanas la apabullan.

ACTRIZ 1: Su corazón hecho pedazos.

ACTOR 2: Antes de lo imaginado, el Rey Lear comienza a darse cuenta del engaño…

ACTRIZ 2: Gonerila le arranca lo poco que le queda.

ACTOR 1: Y trata de evitarlo a toda costa.

ACTRIZ 1: Su padre es una carga inútil, innecesaria…

ACTOR 2: Pobre Rey Lear...

ACTRIZ 2: No, esto sucede hasta en las mejores y, desde luego, las peores familias… Puede suceder en Milpa Alta, en Xochimilco, en Iztapalapa…
ACTOR 1: La condición humana. Esa es la condición humana.
ACTRIZ 1: El conde de Kent resuelve quedarse, se disfraza de sirviente.
ACTOR 2: Dice llamarse Cayo.
ACTRIZ 2: Y de un puñetazo derriba al mayordomo de Gonerila que desafía al pobre Lear.
ACTOR 1: ¿Y qué hay del bufón haciendo bromas todo el día?
ACTRIZ 1: La guardia es inútil y costosa, dice Gonerila, sólo sirve para llenar la corte de festines y tumultos…
ACTOR 2: ¡Detestable gavilán! Piensa el viejo de su hija.  

ACTRIZ 2: Un mar de lágrimas surge…
ACTOR 1: Las cartas, la recepción, el mayordomo de Gonerila inventa una acusación.
ACTRIZ 1: Cayo le da una golpiza, y termina en la prisión.
ACTOR 2: ¡Su Majestad el Rey!

ACTRIZ 2: Discusiones, tempestad.

ACTOR 1: ¡Qué terrible confusión! ¿Por qué el rey ya no se divierte con las bromas del bufón?
ACTRIZ 1: En medio de truenos y rayos, el rey descubre al Conde como su criado Cayo.

ACTOR 2: Las bestias a sus madrigueras…

ACTRIZ 2: El dolor al corazón…

ACTOR 1: En una choza miserable, entran el rey y el bufón.
ACTRIZ 1: ¿Y qué ven allí, la sombra de un duende o quizá de un mendigo?
ACTOR 2: La cabeza del rey es un puro desatino.
ACTRIZ 2: Pero el Conde de Kent tiene influencias.
ACTOR 1: Y le cuenta los sucesos a Cordelia, con mucha paciencia.

ACTRIZ 1: La brava mujer se embarca sin falta. Ganar el reino de vuelta es una acción muy alta.

ACTOR 2: Cuando la joven llega a Dóver, el Rey Lear se ha escapado, los soldados de Cordelia lo encuentran extraviado.

ACTRIZ 2: En brazos de la hija el padre florece, llega entonces la paz que ambas almas merecen.

ACTOR 1: Pero dejemos al anciano Rey Lear con su amante hija, Cordelia, mientras supera el dolor causado por las otras hijas. A propósito, ¿qué pasó con ellas?

ACTRIZ 1: Falsos monstruos, traicioneras.
ACTOR 2: Se cansan de los maridos, volviéndose sendas fieras.

ACTRIZ 2: Una de ellas enviuda pronto y decide contraer nuevas nupcias.

ACTOR 1: Es Regana, y la celosa Gonerila se deshace de su hermana.

ACTRIZ 1: Terminando al poco tiempo ella misma encarcelada.

ACTOR 1: Muere el Rey, y luego le sigue a la tumba su leal consejero…
ACTRIZ 1: Y así acaba esta tragedia de pasión y desafueros.
ACTOR 2: Y para cerrar con broche de oro la representación… ¿qué les parece si sacamos algo del libreto original de Shakespeare? Escena tres, acto cinco…

ACTRIZ 2:  Habla el rey ante el cuerpo de Cordelia.

ACTOR 1: Aullad. Aullad, aullad, aullad… ¿Sois acaso de mármol? Si yo tuviese vuestros ojos y vuestras lenguas, los usaría de tal modo que haría estallar la bóveda del firmamento… La he perdido para siempre… Yo sé cuándo una persona está muerta y cuándo está viva… Mi hija está insensible como la tierra… Dadme un espejo… Si su aliento lo empaña, será una prueba de que mi hija vive aún…

ACTRIZ 1: Palabras de William Shakespeare…
ACTOR 2: Qué barbaridad… Lo que traen las tragedias de Shakespeare.

ACTRIZ 2: Grandes verdades y grandes mentiras.

ACTOR 1: El público joven entiende, seguro que entiende.

ACTRIZ 1: Que los dioses te oigan.
ACTOR 2: Ahora tenemos que salir para estirar las piernas, tirarnos al suelo, descansar un poco… ver el sol y las nubes… ver los pájaros volar.
ACTOR 1: Revisar el libreto de la siguiente obra… Revivir la memoria.
ACTRIZ 1: Y que fluyan las palabras como un arroyo claro…nuestras historias y leyendas.
ACTOR 2: A tomar un poco de café caliente… Con azúcar, con un poco de leche… Y que nuestro organismo reciba una caricia…
ACTRIZ 2: Que el cuerpo se tranquilice…
ACTOR 1: Como lo exigen los mecanismos del actor.
ACTRIZ 1: Así es el juego.
ACTOR 2: Miremos entonces a los ojos de este público…
ACTRIZ 2: Con esa luz llenaremos nuestros poros.

LOS ACTORES SALEN DE ESCENA. TERMINA EL ACTO PRIMERO. INTERMEDIO.
Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)

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