Wednesday, September 26, 2012

CON TODO, HAY FELICIDAD


 
 
Por Eduardo Rodríguez Solís


      Traigo encima unas Cataratas del Niágara que no me dejan ver las cosas con claridad. Y sufro, en la base de la columna vertebral, de un dolor casi crónico. Es que estoy tojo. Y si alguien me pregunta, ¿qué es eso de tojo? Yo contesto luego luego: “Es que estoy tojo… Todo jodido.” Son los años y los sufrimientos. Gulp.
      Pero hay felicidad en mi alma. Ayer llegó Erika, después de hacer compritas. Y me trajo un regalo. Una gatita que encontró a la entrada de un freeway. Se trata de un felino amigable. Se le puso nombre: “Arroz con mole”, porque es blanca y tiene manchas como salpicones de mole (especie de salsilla mexicana, que se ha vuelto ya muy internacional). La dichosa gatita come, hace de las suyas y duerme que da gusto. Es un animal muy educado (parece ex alumno de Rice University).
      También acaba de llegar un paquete de Miami. Lo manda un amigo que fue de visita a Cuba. Este amigo es muy activo, y casi casi es un ángel del Señor. En el paquete venía un DVD de música cubana. Ese regalo es magnífico. Lo manda una cubana que era periodista y ahora se dedica a cosas de la música. Ella es una buena persona. Sus raíces lejanas vienen del África. También, la mujer ha enviado una bolsita tejida por ella, para los anteojos. Se trata de una pieza de artesanía caribeña. Es algo que tiene su valor.
      En el DVD hay un fragmento de una película en blanco y negro. Benny Moré canta, acompañado por un grupo que se parece a la Sonora Matancera. Baila con mucho garbo alguien que me recuerda a Ninón Sevilla. Y de pronto, un cómico mexicano, Fernando Soto “Mantequilla”, baila la rumba rumbera.
      Mole, la nueva gatita, duerme y se parece a una montaña nevada, que está pegada a la ciudad de México. Ese accidente geográfico, que tiene su leyenda, es “La mujer dormida”, la compañera del Popo (volcán siempre vivo).
      Hace calor. Casi 100 grados. Parece que los dioses están enojados. Prenden lumbre y avientan el calor. Y nosotros recibimos estos malestares… Pero los malestares del calor, no son tan intensos como lo que traen las Cataratas del Niágara y esa columna vertebral que apenas si se sostiene.
      Pero, con todo, hay felicidad en nuestra alma.
      Y más, si se nos ha ocurrido imprimir una virgencita de Guadalupe que me mandó en un email mi hija… El ícono, la imagen, la he colocado en un marco verde claro.
      Y aquí les va con toda su magia y su santidad mexicana…

 


 

Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)           

Wednesday, September 19, 2012

BOOKS OF THE BRAVE BY IRVING LEONARD




This edition of Books of the Brave by Irving Leonard, with  an introduction by Rolena Adorno, presents valuable information related to the emergence of print culture in Spanish America and “establishes the circulation of books and ideas between Spain and her ultramarine possessions as a cultural-historical topic of importance” (Adorno x). In her introductory words, Rolena Adorno makes reference to some of the issues laid out by Leonard such as the circulation and censorship of popular fiction, the readers to whom the fiction was intended, the interpretation of literature by its audience, and the role that popular reading has played in history (x). According to Adorno, the idea of bringing out Books of the Brave is to transcend the old thought that the “steamroller of Inquisitorial censorship” prohibited creative developments (xxv). She adds that Irving Leonard's meditations on the relationships among life, literature, and creativity have endured precisely because of the evocative, rather than demonstrative, character of Books of the Brave.
In the body of the book, Irving makes several important points concerning the ideological features of the Conquest. “Why were the Hispanic peoples singled out to be the first instruments of history in the Europeanizing of the globe through the discovery, conquest, and colonizing of many of its unknown parts?,” the author asks. Later, he questions why Spain attained such greatness as to achieve a historic destiny unequaled in human experience (Irving 2). According to Irving, perversity and dehumanized behaviors were not traits unique to the Conquistador as deviations could also be found among other people. Only because Spain was politically dominant and feared by other nations of Europe who envied the spoils of conquest, the Spaniard became the symbol of the collective cruelty of the European peoples engaged in the westernization of the world (Irving 10). In addition, Irving presents an account of the democratization of reading with the rise of the so-called “romances of chivalry” in the fifteenth century. These romances represented the first type of popular literature that demonstrated the commercial possibilities of the recently invented printing press (Irving 13). Irving states that “this literary fashion spread like a contagion into the neighboring countries of Europe and also crossed the ocean to the New World” (13). These fictional narratives stimulated the Conquistador, identified as “the energetic and adventurous element of Spanish society” (Irving 25).
Many other issues are explored in Books of the Brave. There is a reference to the Spanish conquest of the Aztec Empire and its neighboring territories in the 1520's (Irving 54). Irving also mentions the unproductive efforts of the clergy, the moralists, and even the monarchs of sixteenth-century Spain to destroy the passionate devotion of the reading public to more undemanding forms of fiction (76). The author points out that the end of the period of high adventure and stirring conquest in the New World occurred at the close of the sixteenth century “when Spain had clearly passed the zenith of its power and the era of tremendous expansion was over” (Irving 241). To conclude, Irving highlights “when the commanders of the annual fleets sailed from Spain to the Indies in the spring and early summer of 1605, they were probably unconscious of serving as instruments for the introduction into the New World of one of the greatest literary works of all time, Don Quijote de la Mancha written by Miguel de Cervantes Saavedra” (270).
 
References:

Leonard, Irving A. Books of the Brave: Being an Account of Books and of Men in the Spanish Conquest and Settlement of the Sixteenth-Century New World. 1949, 1967. Berkeley, Los Angeles, Oxford: University of California Press, 1992.

Sunday, September 16, 2012

PROPIEDAD PRIVADA

 


 

Por Nara Mansur

De su poemario Un ejercicio al aire libre (2004)


Mi incapacidad, mi no explicación, mi hundimiento.
Mi virginidad postergada después del incendio.
Mis noches blancas (amanecer en mi país).
Mi hundimiento entre las rocas, mi desconocimiento.
Mi canallada, mi ofrecimiento a no ser nada.
Mi dignidad de limpiar y cocinar.
Mi cartera sujeta con alfileres.
Mis pocos orgasmos con flores, las pocas espinas.
Tus pies, tus malas ganas, tus uniformes llenos de firmas
de amigos proscritos, de enemigos-compañeros.
Mi llegada diaria, mi muerte diaria.
Mi muertecita durmiente medianamente hermosa.

 
Nara Mansur es poeta, autora de textos para la escena y crítico teatral. Ha publicado los poemarios Mañana es cuando estoy despierta (2000) y Un ejercicio al aire libre (2004). Recibió el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén 2011 por su cuaderno Manualidades así como el Premio de la Crítica Literaria 2011 por su libro Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Sus textos Ignacio & María y Charlotte Corday. Poema dramático han sido llevados a escena por los grupos Teatro D’Dos y la Guerrilla del Golem. Actualmente es colaboradora del Estudio Teatral El Cuervo que dirige Pompeyo Audivert en Buenos Aires.

Friday, September 14, 2012

VARIACIONES PARA UNA PAVANA



Jesus F. Contreras (1866-1902): Malgré Tout
Museo Nacional de Arte, México D.F.
Foto: Alejandro Linares García
 
 
Por Eduardo Rodríguez Solís


      La ciudad de México es el escenario. El hombre que cuenta la historia suele caminar por los senderos de un parque lleno de esculturas. Toca el mármol, la piedra o el bronce de algunas figuras y saluda siempre a una mujer desnuda, encadenada, tirada en el suelo, medio enconchada. Esta obra es de Jesús F. Contreras. Se llama “Malgré tout”. Hace tiempo, el original de mármol estaba a la vista de todos, pero, por el vandalismo de los idiotas, ahora se exhibe una versión en bronce. El escultor casi terminó la obra con la mano izquierda, porque sufría de un cáncer en el brazo derecho. Luego, vino la fatal amputación…
      Y a otra cosa, mariposa…
      En un día lluvioso, nuestro personaje enciende la computadora y encuentra en un fantástico blog un texto que se intitula “Have I told you lately…?”
      Reflexiona al ver la ilustración y lee unas palabras escritas por una “infanta”. La pequeña escritora se llama Aura o Aurora.
      Ahí se leen algunas frases sueltas…
      “Una princesa está en su Castillo. Las nubes son blancas. El árbol de flores está precioso. El príncipe se quiere casar. Ella se llama Lola. Ellos hicieron el pastel. Ellos tuvieron una fiesta.”
      Nuestro personaje, impresionado por las palabras y los verbos, recuerda entonces una pieza para piano, de Maurice Ravel, quien compuso el famoso “Bolero”.
      Corre el año 1899, y el compositor francés escribe la bella pieza para piano y la intitula “Pavana para una infanta difunta”. El célebre músico tiene veinticuatro años.
      La obra para piano es muy tersa y transparente. Es quizás algo de lo mejor de este compositor.
      Nuestro personaje toma lápiz y papel y escribe. (Está inspirado y casi se viste de poeta.)
      En los laberintos hermosos hechos por tantos árboles, y que están alrededor de un viejo castillo, vive una pequeña princesa llamada Dolores Fuertes del Corazón.
      Ella está enamorada de los animales y las flores que siempre están ahí, y que le dan mucho bienestar.
      Pero en el fondo de su alma, muy adentro de ella, en un rinconcito de su ser, se descubre una tristeza extrema.
      Es que a la princesa Dolores Fuertes del Corazón le falta algo. Pero ella no entiende lo que le sucede.
      Hasta que una noche de luna brillante, baja del cielo un ángel de color plateado, que trae consigo un laúd, y viene tocando una bella melodía.
      Un pájaro cardenal que vuela con rapidez le comunica a la princesa Dolores Fuertes del Corazón, que la música que ha traído el ángel es francesa. Y el mismo animal alado le extiende a la niña una bandera con tres rectángulos de color. El azul es la tristeza, el blanco representa la paz, y el rojo, la vida misma.
      La princesa mueve la bandera por todos lados, y ve, al final de un camino, que unos hombres a caballo se acercan a su castillo.
      Ahí viene el príncipe de otra comarca.
      Entonces, sucede que las miradas de los jóvenes se cruzan y nace un enamoramiento intenso, casi sobrenatural.
      Ahora, nuestro personaje, que sigue escribiendo, nos dice que la boda fue todo un acontecimiento, y que hubo pastel para aventar hacia arriba.
      Historias de príncipes que suenan como la “Pavana para una infanta difunta”, de Maurice Ravel.
      Historias tristes y desamparadas, porque el amor ha construido una vida nueva, porque gracias a las palabras de una “infanta”, hubo inspiración suficiente para un relato.
      Para finalizar, nuestro personaje, sumergiéndose en una enciclopedia, descubre que Maurice Ravel, el compositor francés, conoció a una mujer hermosa, que se llamaba Aurora, como la pequeña “infanta” del principio de este cuento. Extrañas casualidades.
     Otro día, el creador de la historia sobre la princesa Dolores Fuertes del Corazón, camina por el parque de siempre, y un viejo que está sentado en una banca del Hemiciclo a Benito Juárez, le dice que en ese lugar hubo un impresionante quiosco morisco, que fue desarmado, pieza por pieza, y colocado después en la Alameda de Santa María.
      --Se necesitaba un espacio grande para el monumento a Juárez –dice el viejo.
      --Y usted, que lo sabe todo –dice nuestro personaje--, ¿dónde están los álamos?
      El viejo dice que los álamos no se dieron en ninguna alameda. Pero los nombres quedaron así: Alameda Central y Alameda de Santa María.
      --¿Y qué me dice de la escultura de la mujer encadenada, que está en el suelo? –dice nuestro personaje.
      El viejo habla de las virtudes de don Jesús F. Contreras, el escultor. Dice que siendo él mismo un experto en vaciado, una vez ayudó al escultor que hizo el Cuauhtémoc que está en avenida Reforma, y el bronce sin fundir se le derramó en uno de sus pies y le hizo tremendo agujero.
      --Casi perdió un pie y luego perdió un brazo –dice.
      --Primero el bronce derretido y luego el cáncer que no se cura –agrega nuestro personaje.
      Luego el viejo dice que la Alameda Central tiene muchas historias.
      --Todas esas fuentes, alguna vez estuvieron llenas de ponche de frutas y aguardiente –recuerda el viejo--. Un gobernante hizo eso para que el pueblo, que no tiene nada, gozara con los disfrutes de Baco. Eran las fiestas de la Independencia.
      --¿Y es cierto que en una fuente se encontró a un borracho ahogado? –pregunta nuestro personaje.
      --Totalmente cierto.
      Apoyándose en su bastón el viejo se levanta y se va perdiendo entre los árboles.
      Nuestro personaje, busca un buen pedazo de tierra, y, con la ayuda de una varita, dibuja a la princesa Dolores Fuertes del Corazón. Ella está de pie, junto a su castillo.
      Mientras hace esto, escucha a una banda militar. Con fuerza, con mucho sentimiento, los músicos interpretan una versión de la “Pavana para una infanta difunta”.


Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)           

Wednesday, September 12, 2012

ON OSCAR PISTORIUS AND OTHER HANDSOME SPIRITS



Mayo Olugboji: Good Memories


I would not call South African runner Oscar Pistorius “the fastest man on no legs,” but rather “a totally equipped and fully loaded person,” as Joel Osteen would say. The label “the fastest man on no legs” seems to me an excessively mechanical and oversimplified description of Pistorius, who possesses a well-developed sense of self and a profound confidence in the abilities God has given him. As he himself believes, “You are not disabled by the disabilities you have, you are able by the abilities you have.” The phrase “the fastest man on no legs” draws me to “the struggle for existence” and “survival of the fittest,” rivalry, competition. And I wonder… why do we have to compete with other people if no one but us in the whole universe will ever be awarded the keys to finding that unique, incomparable set of qualities that rightly shape us into who we are? Is it because, as Einstein said, “great spirits have always encountered violent opposition from mediocre minds”?
Society honors Pistorius for fulfilling the role of “the fastest man on no legs,” that is, for performing well as a disabled man. The expression “the fastest man on no legs” almost provides a “scientific” portrayal of what Pistorius can do, yet it still lacks significance. “It would be possible,” Einstein said, “to describe everything scientifically, but it would make no sense; it would be without meaning, as if you described a Beethoven symphony as a variation of wave pressure.” I believe the label “the fastest man on no legs” reflects society’s limited views on people more accurately than it does Pistorius’s handsome spirit. What if the disability is not in Pistorius but in those who can’t see him as a fully loaded man? As the famous proverb goes, “there’s none so blind as those who will not see.” Maybe the real “disability” rests in the representation, the linguistic symbol by means of which a person’s capabilities can only be approximately translated. In any case, I don’t consider Pistorius to be an inspiration merely because of his accomplishments as a disabled athlete but because of his achievement in recognizing that each individual is able by the abilities she/he has. Many handsome spirits, like Pistorius, are yet to be discovered by the public eye. And yes, they may be referred to as having no arms, or no legs, or a learning disability, or an eating disorder, or ADHD, or as being too old, or too young, or whatever else, from a “scientific” point of view. But, handsome spirits were never meant to fit into technical descriptions. Handsome spirits know far too well that they are fully loaded and fully equipped.

Monday, September 10, 2012

PEQUEÑA AGRICULTORA






Por Nara Mansur

de su poemario Un ejercicio al aire libre (2004)


Querido cuerpo, querida patria:
Puede que los granos de arroz al final de mi espalda
no crezcan lo suficiente como para alimentarme
no parezcan seres dignos de la primavera.
Las cosechas se vuelven estériles
cuando se esperan de esta manera.
Yo no espero nada. Nunca. De nadie.
Tampoco el arroz me satisface
así que la siembra y la recogida congregan los afectos
y mucho material de deshecho.
Otros climas, otros cuerpos más templados
tienen más éxito, pero ya sabemos
que así se templó el acero.
Yo soy devota de la madera, pero la madera se pudre
no resiste una andanada de lluvia o de odios
o a las malas pinturas, las malas palabras
que en verdad son las buenas.
Me dicen que quieren fotografiarme
¿Se refieren a mi carne o al puro hueso?
¿En todo caso, hay arroz suficiente para mi cuerpo
y los otros que están por llegar?
Como la chaqueta de terciopelo, el licor de café.
Voy a ser feliz, voy a ser feliz.


Nara Mansur es poeta, autora de textos para la escena y crítico teatral. Ha publicado los poemarios Mañana es cuando estoy despierta (2000) y Un ejercicio al aire libre (2004). Recibió el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén 2011 por su cuaderno Manualidades así como el Premio de la Crítica Literaria 2011 por su libro Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Sus textos Ignacio & María y Charlotte Corday. Poema dramático han sido llevados a escena por los grupos Teatro D’Dos y la Guerrilla del Golem. Actualmente es colaboradora del Estudio Teatral El Cuervo que dirige Pompeyo Audivert en Buenos Aires.

Thursday, September 6, 2012

HAVE I TOLD YOU LATELY...?


 
 

Have you told the people in your life lately how much you love them? For instance, does your princess know she is really loved? A smile, a gentle gesture, a tender word. Ah, the gift of words! The Bible says in Proverbs, “Kind words are like honey –sweet to the soul and healthy for the body” (16:24). Words, in the same way as human beings, are to constantly be rescued from toxin, poverty, and meaninglessness. A venomous word can sting, but the good word is like a hummingbird. It can help set free the power of life (and love) in us.



 
 

Tuesday, September 4, 2012

EL ENGAÑO



Liliam Domínguez: Madonna, C-Print
http://www.liliamdominguez.com./

 
Por Martha Margarita Tamez

De la antología Mujeres Poetas de México (2008)

 
El engaño
Esa navaja caliente
que evapora el llanto
 
 
El engaño
Ese silencio consciente
que altera la paz


El engaño
Un camino accidentado
que anula el destino


El engaño
La comprensión que se ahoga
Y cuesta
limpiar la respiración
Rastrillando el interior de los pulmones


Es el peligro de volverse loco
Por una mentira
Por un engaño
 
 
Martha Margarita Tamez nació en Chicago, Illinois, y creció en Saltillo, Coahuila. Es poeta, artista plástica e instructora de español. Sus poemas han sido incluidos en antologías como Mujeres Poetas de México, editada por Atemporia Poesía. Actualmente vive en Houston, Texas, donde participa con frecuencia en lecturas de poesía, seminarios académicos, y se desempeña como maestra en Westbury High School.

Monday, September 3, 2012

UNA BAÑERA, EL SCORPIO PLATEADO Y CHATELET


 


 
Por Nara Mansur

 
No saber distinguir los vinos, los tabacos, los quesos:
“La ignorancia es violeta”, dice Lucía
que no tiene las piernas bonitas.
Miro la ciudad ávida de vaciar copas, de vaciar el gatillo
y sólo hay agua hervida o Anubec.
Miro la ciudad ávida
de la aventura del aburrimiento, del atardecer aún caliente.
Mucho sol sobre nuestras caras.
Me gustan las manchas de óxido sobre mi piel
restos de chocolate, caviar, bigotes, pienso:
estaré junto a ti en esa vieja bañera
empolvada.
Miraré las plantas que crecen en la escalera.
Te veré desnudo incrustado en mí
en el bolsillo de mi blusa, injertado
como el marpacífico y la begonia.
El amanecer ya no será una disculpa voraz.
La cabeza de mi madre aparecerá junto al scorpio plateado
en el pasamanos de la estación de Chatelet
y seré yo la que ofrezca mi mejilla para la bofetada cortés
quien pronuncie eructo con la boquita pintada de rojo.

 
Nara Mansur es poeta, autora de textos para la escena y crítico teatral. Ha publicado los poemarios Mañana es cuando estoy despierta (2000) y Un ejercicio al aire libre (2004). Recibió el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén 2011 por su cuaderno Manualidades así como el Premio de la Crítica Literaria 2011 por su libro Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Sus textos Ignacio & María y Charlotte Corday. Poema dramático han sido llevados a escena por los grupos Teatro D’Dos y la Guerrilla del Golem. Actualmente es colaboradora del Estudio Teatral El Cuervo que dirige Pompeyo Audivert en Buenos Aires.

Sunday, September 2, 2012

Бременские музыканты


Can you guess who I am?


By Dinorah Pérez-Rementería

This essay is envisioned as a work in progress. It will be revised and expanded slowly but surely.

Stories of love, hope and faith occupy a very special place in a person’s heart. In particular, I like fairy tales. As a little girl, I loved to read the Russian folktales and the One Thousand and One Nights or listen to my grandmother improvise stories about my future life. Now, as a woman, I actually love fairy tales more than I did before, for despite what others may argue, I have found them to be surprisingly accurate and real. In a discreet way, fairy tales motivate us to believe we can triumph over the challenging passages of life by expanding our ability to sense (imagine, perceive, distinguish) the existence of a world that is of purer quality than our ordinary worlds. No, I am not suggesting that we rush into assessing our surroundings or the junctures that form our daily living by using “our feelings” and “assumptions” only. Countless misunderstandings and hostilities have arisen among and within countries, states, cities, neighborhoods, families, individuals as a result of it. “Feelings” and “assumptions” are unstable assessment tools which may change over time in response to new situations, practices and experiences.
But, the truth is that we can not avoid impacting people (their practices and experiences) with “our assumptions” and “feelings.” People’s feelings and assumptions are or have been continually coined and transformed into texts, philosophies, categories, governments, treaties, branches of knowledge, occupations, cultural traditions, art, private or public conversations, postures, and other visible, influential expressions. So, when I say “expanding our ability to sense the manifestation of a better world,” I think of the opportunity to willfully and carefully examine ours –that is, our own assumptions and feelings- in relation to past and current circumstances, along with other people’s experiences and opinions, in a more valuable search, to look for a condition of immanent purity that could be revealed to and through us despite discrepancies and insufficiencies. I am talking about seeking out and making room for an unshakable, reliable form of purity that may confront, embrace, and even draw on our ordinary “imperfections” –imperfect physical appearances, imperfect theories, imperfect philosophies and beliefs, imperfect governments, imperfect families- in order to release itself in us, with no reservation and without ceasing to be.
One can affirm that fairy tales like other stories of love, hope and faith emanate unwavering purity. Regardless of the medium through which they are delivered, whether it be a “cartoon,” or a play, or a picture book, fairy tales have a magical, lasting effect on us. Albert Einstein once said with regard to the revealing center of the fairy tale, “If you want your children to be intelligent, read them fairy tales. If you want them to be more intelligent, read them more fairy tales.” However, sometimes we – mainly grown up people- undervalue the content and/or the structural mechanics of these stories, which rationally may not satisfy our views about what a legitimate fictional work for adult audiences should be. Let us remember that the effect of these stories is intended to be “magical,” not “rational.” So, we can assume that the underlying principle of the fairy tale lies in magic instead of reason. Perhaps, Einstein experienced magic as possibility, an eloquent and useful agent that makes children develop an “enchanted eye” or, to say it differently, an “eye of faith” by believing in as well as meeting their brain powers through unbelievable quests.
Therefore, I believe that if we learn to approach fairy tales from an “enchanted eye,” we will discover how they can magically come true by turning into a sign, an invitation for individuals of all ages to begin learning and teaching and searching and fighting for their purest, albeit devalued, nature –that which we draw emotional, mental, and even bodily nourishment from, in good times and in bad, in sickness and in health. Fairy tales can be interpreted as accurate spiritual devices that remind us of the power of Love, Hope and Faith in handling suffering and adversity in our everyday worlds. We may think of Love, Hope and Faith as the three main Substances or Subjects of our life curriculum as revealed to and through Jesus, the most faithful student, hopeful teacher, and loving fighter that will ever be. I consider Jesus to be the reason, I mean, the magic why we still possess an unfeigned aspiration of locating, if only a vestige, a fragile residue of the Main Substances within us when we really need to, for only having a factual, spiritual need for purity will cause people to pursue (and to find the treasures in) it. Nonetheless, we must highlight that while fairy tales, like many other artistic sources, serve as valid reminders of the value of Hope, Love and Faith, “the magic” solely takes place in the moment we agree to learn, to teach, to enjoy these Substances as real.
 In the next few paragraphs, we will see how the magical principle of the fairy tale can be perceived as an evocative, spiritual reminder conveying the meaning of Love, Hope and Faith. To illustrate my point, I will use one of the cartoons I dearly cherished as a child, the 1969 Soviet free animated version of The Bremen Town Musicians, a famous animal tale recorded by The Grimm Brothers in the nineteenth century. Created by Inessa Kovalevskaya, Yuri Entin and Vasily Livanov, with music by Gennady Gladkov, the film presents the story of a band of friends who are strongly committed to bringing people together by traveling from town to town with uplifting performances, joy and inspiration. The story line is displayed through very detailed and vivacious visual sequences, infused by melodies that stir us all. As we will see, viewers need not understand the Russian language, or be necessarily familiar with film-making technicalities, or recognize turning points, cinematic metaphors, resemblances, personifications, allusions, digressions concerning the original? source, or any other scholarly categories, features and constructions with regard to the animation, in the process of identifying with what the real Narrative is about.
The power of Love, Hope and Faith appears in the cartoon through feasible articulations and verisimilar expressions the whole time. First, we have the king’s jealous affection for his daughter, suggesting the protective and watchful embodiment of a Fatherly Love. The king does not immediately give his daughter’s hand in marriage to the musician. Only after the player has shown a sample of what he could do for her, the king accepts him. We see another representation of Love in the devoted friendship among the players -four personified animals and a man- who support, fight and deeply care for one another. Notice they all engage in battle together, with the purpose to make the king award his daughter’s hand in marriage to the master of the band and seem very pleased when the wedding is finally approved. As expected, the animals look brokenhearted as they leave the castle, thinking that their leader would have abandoned them. Next, we shall mention the visually explicit and implicit bond between the princess and the master of the band, a symbolic and lively depiction of a veritable, fulfilling, and undying spiritual Love. The audience literally sees the princess and the player blush the moment they meet and how he imagines her singing and dancing on the moon. Thanks to the character of the player, we can also distinguish the ways Love successfully endures both rejection and challenges while strengthening, developing and enriching the frame through which it is released. One last important element must be mentioned: a viewer persuaded by faith in the magic and inspirational nature of fairy-tales will know that apart from any current struggles, temporal afflictions, and future inconveniences, the princess and the master of the band will live happily ever after.
  The Bremen Town Musicians unaffectedly builds upon the value of Faith. For instance, we can recognize Faith reflected throughout the moving picture in the musician’s determination to be united with his bride. Recall that although he is violently thrown out of the king’s domain for disturbance and commotion, the player manages to return for her, after taking on a fairly risky expedition and assuming a fictitious identity that unexpectedly allows the audience to better empathize with his core being.  By learning to develop an “enchanted eye,” viewers may become accomplices of the groom-to-be, in spirit and truth. As a result of trusting in the immanent purity of his actions, we too can have a taste, a more certain estimation of the magnitude of his love. There is also an earnest, and at the same time, very delicate manifestation of Faith in the princess’s attitude with respect to the master of the band. Note she waits on him, and right after they get married, the princess leaves the castle, without hesitation, to join the band. It looks as if the princess herself had developed an “enchanted eye” through which she sees that even though she may not fully understand all things in her new life, she will certainly be in good hands.
What if the princess always hoped for a loving, committed, inspiring journey? If we watch her first reaction toward the ensemble, we will notice beyond doubt that she delights in the magic they bring to town. Not only can we find Hope intangibly communicated by means of the princess’s expressions of enjoyment but in each and every action carried out by the music group. We must remark the band’s ultimate goal consists in using melodies, the performing arts and other imaginative tools to link people of different backgrounds together, to bridge the gaps that separate the rich from the poor, the adult thinking scheme from the child-like faith, the fruit seller from the scientist, the extrovert from the timid, and even the magical Russian spirit from any other types of language in the world. But, most importantly, the band itself represents Hope as it brings joyfulness, freshness and a little, favorable disruption into lethargic communities. We should pay attention to sequences where social disparities seem blurred, transgressed, in the animation such as the scenes in which a desperate king asks the master of the band for help after being “kidnapped” by the supposed bandits. The character of the king, languid, apathetic and lazy, may be thought as symbolizing the general feeling of the city on an ordinary day. So, for all practical purposes here, the musicians offer their extra-ordinary performances -including dance, circus, singing, instrument playing, and masquerade- in the streets rather than inside the king’s castle or any other private setting, in a hopeful attempt to restore all inhabitants to life.
As we have briefly seen, The Bremen Town Musicians becomes a reliable spiritual means that releases -through accessible and veracious signs- the unlimited power of Love, Hope and Faith. Fairy tales are needed as are the people who believe in fairy tales. At the end of the day, we must surely have a persistent, enchanting Force operating in our lives in the face of all the harmful energies that each of us has been trained to familiarize with; a Force we can learn (and invite others) to see bit by bit by simply cultivating an enchanted eye. If we did, we would also take pleasure in recognizing the magical principle of the fairy tale in a good poem, or a real marriage, an inspiring sermon, an enlightening paper, a help-giving project, or an enduring friendship. Needless to say, for adult people, the fairy tale may come true in the very act of believing again in the value of Love, Hope and Faith. As for me, I do believe in magic. I believe in fairy tales and happy endings. I believe the Word can unexpectedly become Flesh. I believe I will learn to ride a horse someday and that I will see Jesus face to face. This is who I am…I am a believer. Will you care to do the math?


To Whom It May Concern:
(One very special reader with enchanted eyes)

Thank you… for teaching and learning me little by little, for creating time and space to venture through my world, my soul, for bringing magic and delight back into my life, for becoming a living reminder of Faith and Hope and Love. I find you in every fairy tale.





Saturday, September 1, 2012

ESCALERA PRODIGIOSA


 
 

Por Eduardo Rodríguez Solís


      El viejo vivía cerca de una avenida que tenía mucho movimiento de autos y camiones.
      Cuando él llegaba a esa especie de río que se movía en dos sentidos, y quería pasar al otro lado, tenía que utilizar un puente, al que le decían “peatonal”.
      Estando uno trepado en el puente, todo vibraba y parecía que se iba a caer. Pero ese puente no se venía abajo, aunque a veces recibía golpes que lo debilitaban.
      Cruzando ese puente, el viejo recordó que ahí, y sólo ahí, empezó su absurda manía.
      Durante un día muy soleado, encontró unas dos docenas de lápices a mitad del camino. Se veían nuevos desparramados sobre el cemento.
      Los recogió todos y se los echó en las bolsas de sus pantalones.
      Ya en su soledad, en su humilde vivienda, los observó cuidadosamente.
      Pensó que con los lápices se podía hacer una escalera muy larga. Sí. “Una estructura de madera que empiece en la Tierra y termine en la luna.” ¿Por qué no?
      Subiendo a la luna (pensaba el viejo), se mete uno en otro universo… Se fracturan entonces costumbres y se interna uno en otro mundo.
      Él, el viejo, veía a la luna como un gran jardín lleno de flores. Por eso se imaginaba caminando por sus senderos cubiertos de rocas de río y cortando algunas flores. Eran ornamentos que hablaban de la vida.
      --Hay que embellecer la existencia –se decía--. Y llenaba su canasta.
      Después, estando todavía en aquel planeta de los enamorados, llegaba a un refugio que tenía, entre unas rocas inmensas.
      Pero había que construir la escala, y se necesitaban muchos lápices. Al viejo le encantaban sobre todo los lápices amarillos.
      --El amarillo es el color del sol –se decía.
      El viejo, que quería juntar lápices para subir al jardín de las delicias, se había jubilado de las oficinas del telégrafo. Siendo muy joven, quiso hacer una bitácora de los mensajes enviados, pero el tedio y la desesperanza suspendieron la labor.
      Sólo le quedaban algunos recuerdos de su trabajo. Su gorra, su mandil o delantal y cuatro cuadernos con su truncada bitácora.
      Ah, pero había algo de ese pasado que le hacía sentir un poco de orgullo. Se trataba del hecho de que cuando fue telegrafista en la frontera, cerca de Ciudad Juárez, conoció a un colega americano que se llamaba Orso Kelly, y que alguna vez, durante un periodo de muchas tormentas, firmaba sus mensajes como O. K.
      O. K., con el tiempo, se volvió una costumbre americana. O. K. quería decir que todo estaba bien, y bajo control.
      El viejo, con su cheque de jubilación apenas si subsistía, por lo que tuvo que rascar por aquí y por allá… Hasta que descubrió que era muy bueno para hacer dibujos.
      Buscaba entonces en los botes de basura cajas vacías de cereal, y recortaba rectángulos del cartón, y atrás, en la parte gris, hacía sus dibujos. Al pie de cada ilustración siempre escribía un verso extraído de algún poema.
      Luego, se iba a un tianguis o mercado, que funcionaba los domingos, donde vendía sus dibujos.
      Para su creación, lo único que necesitaba era un plumón negro y sus cartones, que compraba en una tlapalería, que era propiedad de Sufragio Efectivo Álvarez, un oaxaqueño de corazón. Este hombre casi le regalaba sus plumones. Se los daba a mitad de precio.
      El viejo una vez le hizo dos preguntas: ¿por qué él se llamaba Sufragio Efectivo? ¿Y por qué su establecimiento era una tlapalería?… Sufragio Efectivo dijo que llevaba ese nombre porque su padre, al haber visto tantas veces el lema “sufragio efectivo, no re-elección”, al pie de muchos oficios que llegaban a su escritorio, cuando era un tinterillo en las oficinas del gobierno, pensó que había descubierto el nombre perfecto para su hijo.
      Enseguida, el oaxaqueño dijo que tlapalería venía del náhuatl “tlapalli”, que significaba “color para pintar”, y que en una tlapalería, además de encontrar colores para pintar, se podían conseguir clavos, tornillos, tablas de madera y muchas cosas que se necesitan en la casa.
      Pues bien, el viejo de nuestro cuento, empezó a trabajar seriamente en su escalera para llegar a la luna. Se encontró una mochila color guinda, y se la echó a la espalda… Y en ella empezó a meter lápices amarillos. Luego, buscó en la basura envases vacíos de mayonesa, y los lavó con esmero. Ahí guardó también sus lápices.
      Después, alguien le regaló un ropero que, aunque frágil y viejo, podía convertirse en el perfecto almacén para sus lápices amarillos, luego de ser reparado.
      A menudo, soñaba en la construcción de su escalera, que lo iba a llevar a la luna… Caminaba (en sus ensueños) alrededor de los cráteres de aquel espacio blanco, y a veces se dejaba caer dentro de los grandes orificios. Le puso nombre a todos los accidentes geográficos del astro que se ve bien de noche, y se sintió muy a menudo dueño del cuerpo celeste.
     La vida transcurría y había mucho qué hacer. Se recortaban cartones y se hacían dibujos en la parte gris, y se copiaban versos de poetas. Luego venía la recolección de las monedas benditas.
      También estaba la construcción de “la Muralla China”, quiero decir, el proyecto de la escalera de la Tierra a la luna… Había mucho qué hacer…
      Pero el viejo fue llegando, poco a poco, a la omega de la vida. Las fuerzas se fueron debilitando, y se fue apagando la luz de la esperanza.
      Hasta que una mañana lluviosa, alguien encontró al viejo tirado sobre el puente peatonal. Estaba sin vida, y de su mochila guinda se le salían los lápices amarillos.
      Los cuates, que eran pocos, lo llevaron a una fosa común. Y lo echaron ahí, después de unos breves rezos. Alguien dijo que su alma se fue volando hacia arriba, hacia la luna.
      La dueña de su vivienda sacó todas las pertenencias del viejo, y algunos amigos, se llevaron algún que otro plato, un vaso o una sartén grasosa.
      Cuando abrieron el desvencijado ropero, se toparon con muchos frascos de plástico, repletos de lápices. Todos esos envases se arrojaron a un gran tambo de basura.
      Nunca de los nuncas se pudo hacer esa enorme escala. El proyecto del viejo se esfumó.
      En una mesa, cerca de su cama, había unos cartones recortados. De un lado estaban los colores de las litografías, y en el otro lado estaban las superficies grises, que se quedaron sin dibujos y sin versos de poetas.
      Han pasado algunos años y sus amigos lo recuerdan. Sufragio Efectivo, el dueño de la tlapalería, mandó labrar unas palabras en la banqueta, afuera de donde vivía el viejo…
      “Hagamos una escalera de la Tierra a la luna…”
     
   

Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)