Sunday, April 29, 2012

EL OSO DE PELUCHE





Por Eduardo Rodríguez Solís


      Se había escapado del zoológico. Había corrido muchísimo. Ya estaba cansado. Y se le cerraban los ojos, de sueño… Ah, qué leopardo, había dejado una vida tranquila, con comida a sus horas, con descanso sabroso en las noches… Y ahora estaba ahí, a la entrada de la ciudad, y no sabía para dónde ir…
      Pero, ¿qué hacer? ¿Quién le iba a brindar apoyo y un poco de amor? ¿Quién? Pues nadie, porque la ciudad era fría y casi nadie tenía buen corazón…
      Entonces, el leopardo brincó una barda y se adentró a un terreno muy amplio, donde todo estaba seco...
      Buscó un rincón y se echó, haciendo con su cuerpo un círculo muy estrecho… Y, al rato, se puso a llorar.
      Pero dejó de llorar, porque estaba en la selva, recordando los buenos tiempos, cuando corría en libertad… Todavía no habían llegado los cazadores que atrapaban animales para los circos o los zoológicos… Los animales podían en aquel entonces respirar.
      Corría con sus hermanos hasta una cascada. Y se metían en la oscuridad y se bañaban con el agua helada. Luego, se subían a unas rocas y esperaban a que el sol saliera entre las nubes… Y sentían ese calorcito que calienta, que acaricia…
      Después corrían hasta donde estaba el castillo abandonado en medio de la selva. El castillo había sido construido por un millonario que tenía un hidroplano, un avión que “aterrizaba en tierra y acuatizaba en el agua…
      Se llamaba Howard y tenía una amiga muy guapa, que quería ser artista de cine.
      Cada vez que volvía a la realidad, el leopardo se sentía inundado por una gran tristeza y el gotear de sus lágrimas. Se sentía solo y totalmente abandonado.
      Fue entonces cuando un nuevo habitante apareció en ese lugar… Era un cuervo… Pero este cuervo era muy gracioso, Brincaba y daba vueltas en el aire. Parecía un payaso.
      --Esta vida, hay que vivirla –dijo el cuervo.
      El leopardo lo miró de frente con cara de animal malo… Y hasta hizo el ruido de un animal salvaje.
      --Tú no me asustas. Tú no eres un animal de la selva –dijo el cuervo.
      Entonces el leopardo le enseñó las garras, y tiro unas tarascadas al aire.
      --Tú no asustas ni a las moscas –dijo el cuervo.
      Y el leopardo le dio la espalda y se puso a llorar desconsoladamente.
      La tragedia que expresaba duró mucho tiempo… Ya estaba la luna allá arriba y el triste leopardo seguía “echando moco”.
      Hasta que suspiró varias veces y se quedó en paz.
      Entonces el cuervo, tratando de alegrar el ambiente, quiso hablar de cosas que había vivido.
      Dijo que una vez se robó una manzana y se la llevó volando hasta donde vivía, pero la fruta se le escapó de las patas, y fue a caer justo en el plato de sopa que disfrutaba el gigante de las montañas… La sopa salpicó todo y el gigante se manchó la camisa y su pantalón…
      Furioso, volteó la mirada hacia arriba y vio al cuervo…tomó su resortera y lanzó una piedra… Y la piedra casi le pegó, pero no, se abrió paso en el aire y chocó contra el dragón verde, que dormía en el bosque… El dragón se despertó, le dolió mucho el golpe… El dragón verde intuyó que el gigante había aventado el proyectil… Y salió corriendo a perseguirlo…
      El leopardo estaba contento. La historia le había parecido graciosa. Sonreía…
      --Pero esa historia tú la inventaste –dijo el leopardo.
      --La inventé para ti –dijo el cuervo--. Yo invento muchas historias. Soy especialista.
      El leopardo contó su historia, una historia hecha de pura verdad. Nada había inventado… Habló de cómo lo cazaron en la selva… Habló de cómo llegó al zoológico… Habló del amor que tuvo en el zoológico…
      --¿Tuviste amores? No lo puedo creer –dijo el cuervo.
      --Lo tienes que creer. Yo te estoy diciendo la pura verdad –dijo el leopardo.
      Entonces compartió los detalles de su historia de amor… Un día trajeron leopardos de un zoológico clausurado. Y entre esos animales venía una joven leopardo que era muy bonita. Se llamaba Flor de Azahar. Caminaba con lentitud y era muy delicada. No era peleonera sino toda una dama…
      --Yo le conseguí unas flores rojas. Eran cinco. Cada una decía “te quiero” –dijo el leopardo.
      Pero toda esa historia que prometía revelar un gran amor se desmoronó, se vino al suelo. Unos empresarios de Las Vegas necesitaban unos animales para un show en un casino, y se llevaron algunos animales del zoológico. Y en el grupo iba la bella leopardo Flor de Azahar.
      El leopardo de nuestro cuento se volvió el animal más triste de la tierra. Bueno, eso es lo que decía el leopardo.
      --Y ahora, ¿qué quieres hacer? –preguntó el cuervo.
      --Si te dijera que quiero ir a Las Vegas, dirías que estoy loco –dijo el leopardo.
      --Bueno, cada quien tiene sus locuras –dijo el cuervo.
      Después de una pausa, vino algo que no se esperaba. Una idea que surgió del cuervo…
      --¿Qué te parece si hacemos un circo? –exclamó el cuervo--. Nos divertimos y hacemos dinero para vivir.
      Los dos animales cerraron los ojos e imaginaron que el tiempo pasaba… Veían en sus mentes una gran carpa. Era el circo de los Hermanos Vodo… Y si alguien preguntaba sobre el apellido Vodo, todos iban a decir que no era un apellido, sino una combinación de sílabas: vo (de cuervo) y do (de leopardo)…
      --Pasen ustedes, la función ya va a comenzar –gritaba un hombre vestido con colores chillantes--. El circo de los Hermanos Vodo llega a este lugar con su espectáculo fabuloso…
      La gente (niños y grandes) se arremolinaba en la taquilla y luego, ya con boletos en mano, se pasaba al puesto donde vendían palomitas… Y entraban todos a la carpa… La pequeña orquesta tocaba varias piezas de Scott Joplin, y los payasos, los acróbatas y los malabaristas se preparaban… Lo mismo hacía el domador de leones…
      Se anunciaba el acto de los payasos. Y salían cuatro tipos vestidos extravagantemente y, al final, aparecía el cuervo, que también traía su disfraz. Todos hacían reír al “respetable”, y el cuervo repartía dulces. Luego, todos aplaudían.
     Durante el acto de acrobacia, el leopardo de nuestro cuento se convertía en la estrella… Se movían los artistas en los trapecios y daban saltos mortales, ante los ojos de un público entusiasmado… Y, para entonces, la orquesta tocaba un bello vals de Strauss…
      De pronto el trapecio se vino abajo, dejando caer al leopardo, con los huesos rotos, hecho una desgracia… Vino una ambulancia y lo recogieron con cuidado…
      --Me muero –gritaba el leopardo.
      Pero no se moría, porque todo era imaginario, una farsa, algo que imaginaban para jugar, para pasar el tiempo…
      El cuervo se puso serio. Y dijo que eso del circo, lo dejarían para otra ocasión… Le dijo al leopardo que había que salir de ese lugar para buscar un sitio mejor…
      Y se fueron caminando, bueno, el único que caminaba era el leopardo, porque el cuervo se paró en la cabeza del leopardo, y se quedó ahí, en equilibrio…
      Pasaron entonces por muchos lugares. Cruzaron parques, jardines, avenidas, y no encontraban nada adecuado a sus gustos, a sus necesidades.
      Se detuvieron frente a una feria que dejaba ver un carrusel y la rueda de la fortuna. Y un lugar de tiro al negro…
      Si le pegabas, te podías ganar un osito de peluche.
      Y tiraron sus pelotas de béisbol y el cuervo le dio al negro, y se ganó su oso de peluche, que tenía los ojos bien abiertos.
      Se fueron el leopardo y el cuervo a un rincón, y ahí observaron a su nuevo amigo, el oso de peluche… Y cuando lo sentaron en el suelo, el osito se transformó en un oso de verdad… Una verdadera maravilla… Un regalo de los cielos…
      El oso, que había sido de juguete, y que ahora era un oso de verdad, dio unas maromas y empezó a hablar…
      --Yo soy el oso de peluche de la feria. Y el que me adquiere, se friega… Porque me tiene que aguantar… Para qué me ganó en el tiro al negro… Y soy de peluche porque de eso me hicieron… Y sirvo para muchas cosas… Para que se me regale el día de los novios… Para estar sentadito, de adorno… Para que me elijan, y me abracen cuando se van a la cama… Y ahí me quedo encarcelado, hasta el otro día… Soy el oso de peluche… un invento del presidente americano Teddy Roosevelt… Por eso, a veces me dicen Teddy Bear…
      El oso de peluche, que ya era de verdad, dejó de hablar cosas personales, y comentó que ya era hora de continuar camino…
      Y empezó a caminar, y ahí detrás se fue el leopardo, con el cuervo parado en su cabeza… Cruzaron colonias ricas de la ciudad, donde había muchos coches de último modelo… Casas con diseño muy moderno, y calles limpias como una iglesia…
      Pero cuando llegaron a las colonias pobres, el panorama cambió… Muchos desperdicios por todos lados y casitas de cartón o de pedazos de muchas otras cosas se dejaban ver por dondequiera. En lugar de macetas de barro, había latas de conservas con pequeñas flores silvestres… Ahí los niños y la gente no usaban zapatos… Y las calles eran de tierra, sin cemento, llenas de basura…
      El leopardo y el cuervo observaban todo en silencio…
      Hasta que el osito de peluche, que era de verdad, entró a un camposanto donde la mayoría de los muertos tenían una cruz, alfa con cierta fecha, y omega, con una diferente…
      --Este es el lugar donde todos son iguales… Donde todos se van a volver carne de gusanos –dijo el osito.
      Apareció entonces un viejo, que tenía todos los años del mundo… Era el sepulturero… El que abre las fosas y que luego las llena con un féretro, con unas flores que se arrojan, y con algo de la tierra que sacó…
      El viejo les dijo que los cementerios eran los jardines más hermosos de la ciudad… Y entonces todos pensaron en aquella tranquilidad que se veía ahí, en aquel silencio, en aquella paz…
      --Yo quiero ser su ayudante –le dijo el leopardo al viejo.
      --Yo también quiero ser su ayudante –dijo el cuervo.
      Y el oso de peluche, que ya era de verdad, dijo:
      --Yo también quiero ser ayudante.
      Y el sepulturero se hizo de tres ayudantes…
      Trajeron palas, tijeras de jardinero, trajeron una manguera para el agua, y se pusieron a trabajar con mucho entusiasmo… Y siguieron siempre (por muchos años) las instrucciones de aquel viejo sepulturero.


Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)

Saturday, April 21, 2012

ESA EXTRAÑA FORMA DE LA PASIÓN




Por Nara Mansur


Una y otra vez siempre se hace necesario y se saborea
como algo nuevo, alguien
a quien pescarle lo raro y diferente.
Se vuelve sobre sus pisadas, se le saca la lengua
se le entrega la lengua toda.
Se le dice algo susurrado que no es soplo, que no es algo menor
sino que se le da cuerpo, se le pone el cuerpo
--al menos mamá pone su cuerpo, yo la veo--


¿Otra vez? ¿Otra vez vas a hacer café?
¿Reducir o verificar? ¿Probar o escuchar?
¿Otra vez? ¿Otra vez, mamá?
¿Por qué mamá se vuelve tan accesible,
por qué le brinda a todos,
por qué brinda con todos?
¿Por qué la domina el resentimiento a veces
y las ganas de explicar otras?
¿Por qué mamá conversa sin parar y se pone tan alegre?


¿Por qué baila así y se hace pipi de la risa,
por qué mamá cae fulgurada en medio de sus propios arrecifes,
de su propia pena?
(¿es que alguien le hizo algo y yo no lo vi?)


Las veo pálidas a las dos criaturas, fundidas como chocolate blanco
en un abrazo, enamoradas madre e hija,
con miedo a perderse cada una,
con miedo a no perderse juntas.



Nara Mansur es poeta, autora de textos para la escena y crítico teatral. Ha publicado los poemarios Mañana es cuando estoy despierta (2000) y Un ejercicio al aire libre (2004). Recibió el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén 2011 por su cuaderno Manualidades así como el Premio de la Crítica Literaria 2011 por su libro Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Sus textos Ignacio & María y Charlotte Corday. Poema dramático han sido llevados a escena por los grupos Teatro D’Dos y la Guerrilla del Golem. Actualmente es colaboradora del Estudio Teatral El Cuervo que dirige Pompeyo Audivert en Buenos Aires.



Saturday, April 14, 2012

DULCE AMANECER




Photographer: Mr. Mohammed Al Momany, Aqaba, Jordan
This image is in the public domain


Por Eduardo Rodríguez Solís


      A la única ardilla que había en la arboleda cercana a la playa, una vez le platicaron que por ahí andaba un caballito de mar que tenía personalidades diferentes… Era caballito de mar, desde luego, pero cambiaba fácilmente su personalidad. Se transformaba en caballo de carrusel de feria, caballo de carreras, caballo de la policía montada… Y esa personalidad que tenía este caballito de mar cambiaba según su estado de ánimo o según la historia que vivía.
      A la ardilla de nuestro cuento, también le dijeron que era difícil hacerse amigo de este caballito de mar… Por tanto, había que tirar a la basura la ilusión de acercarse a él… Mejor, le decían a la ardilla, perseguir cualquier otro horizonte, y no inmiscuirse en la vida de este caballito de mar portador de tres disfraces.
      Pero la ardilla, con todo, deseaba conocer de cerca a este ser múltiple, que vivía entre el mar y la tierra... No podía estar en paz, y en sus sueños y en sus ensueños siempre andaba muy próxima a este animal que tenía una vida tan amplia… Pero, cuando intentaba adentrarse al espíritu de este caballito de mar, algo pasaba y la ilusión se desmoronaba.
      Una vez a la ardilla le dijeron que el caballito de mar, transformado en hermoso caballo blanco, andaba dando vueltas en el carrusel de la feria… Y, sin pensarlo dos veces, se fue corriendo hasta este parque de diversiones, y se pudo meter fácilmente debajo de uno de los enrejados…
      Ahí estaba, con su figura fabulosa, dando vueltas… Y muchos niños se habían trepado en leones, osos y caballos… Subían y bajaban, mientras el carrusel daba vueltas… Del gran aparato surgía un vals antiguo… Una niña güerita estaba encima del hermoso caballo blanco… Era una niña llena de vida…
      Si uno se fijaba bien en el caballo blanco, podía imaginar fácilmente de dónde había salido esta belleza… La ardilla, cerraba y abría los ojos, y se daba cuenta que el caballo blanco era también un caballito de mar… Era fácil hacerlo… Si uno se dejaba llevar por la ilusión, cosa que la ardilla dominaba, podía ver esa doble imagen… Era fácil…
      A eso de las diez de la noche la actividad en el parque de diversiones cesó, y se cerraron las puertas del lugar. Pero la ardilla seguía ahí, observando al hermoso caballo blanco… Y, a poco, el animal se salió del carrusel y estiró primero sus huesos… Luego, se fue en busca de algo para comer… Y atrás de la casa de los espejos, encontró unas pacas de paja… Comió en silencio, mientras era observado por la ardilla.
      --Y tú, ¿qué buscas aquí? –preguntó el caballo blanco.
      La ardilla habló de sus razones… Dijo que le interesaba muchísimo acercarse a él, un verdadero caballito de mar, conocer sus sentimientos… Que lo había querido desde hacía tiempo… Y deseaba que se hiciera realidad…
      --¿Y cómo sabes que  yo soy el caballito de mar? –preguntó el caballo blanco.
      La ardilla dijo que lo sabía porque había seguido sus huellas, también le habló de sus disfraces.
      --¿Y cuáles son mis disfraces? –preguntó el caballo blanco un poco intrigado.
      La ardilla habló del caballo blanco del carrusel y luego mencionó al caballo de carreras y al caballo de la policía montada.
      --Si la gente se disfraza, no sé por qué los animales no podemos hacerlo –dijo el caballo blanco.
      El caballo blanco le dijo a la ardilla que quería correr un poco. Necesitaba estirar sus músculos. Y, después de subirse al caballo blanco, la ardilla se agarró de las crines… Y empezó la carrera… Había que subir a una montaña…
      En la carrera, el caballo blanco iba creando su propio viento. Todo se sentía fresco y agradable, y la ardilla disfrutaba de este clima… Pero, como la velocidad aumentaba, había que cerrar los ojos… Y cuando esto hacía la ardilla, veía al caballito de mar en sus distintas personalidades… Y luego, se preguntaba la ardilla si ella no podía hacer algo semejante… Diversos disfraces para diversas ocasiones… Buena idea…
      Y la ardilla pensó que ella sería un conejo, un pájaro azul y un gato montés. Pero ese proyecto se le hacía un poco idiota. ¿Cómo diablos una ardilla se iba a disfrazar de otro animal? Eso resultaba absurdo…
      Cuando llegaron a la cumbre de la montaña, pudieron ver el paisaje que se extendía sin fronteras. Todo se veía pequeño, minúsculo, como en un cuento de hadas. Se veían los pastos de distinto color verde. Unos estaban más oscuros que otros. Y la ardilla pensaba que los tonos verduzcos tenían que ver con el tipo de cultivo que ahí había…
      Se respiraba un aire diferente, más saludable… Y la ardilla pensaba que estaban muy cerca del territorio de los santos, y los ángeles que nos cuidan.
      --El aire se siente distinto –dijo la ardilla.
      --Es que acercándote a las nubes, al sol, al pleno cielo, te acercas a lo que yo llamo “la frescura de la vida” –dijo el caballo blanco.
      Entonces la ardilla supo lo que era eso de “la frescura de la vida”… Estar por encima de las cosas viciadas y sucias… Un planeta distinto, que no hemos conocido… Un planeta distinto, que se conoce cuando se sube a las altas montañas.
      Pero llegó el momento de dejar la montaña… Y los animales bajaron en absoluto silencio, sin correr, dejándose llevar por la inercia del descenso, como cuando uno baja por las escaleras.
      Y llegaron al parque de diversiones y se fueron hasta el carrusel… Y ahí el caballo blanco se puso en su lugar y ya no se movió.
      En otra ocasión, a la ardilla le dijeron que en el hipódromo, que estaba detrás de las montañas nevadas, iban a hacer una gran carrera. Y le dijeron que el caballito de mar iba a estar presente, porque quería ganar el Trofeo de la Primavera.
      La ardilla consultó mapas y encontró el mejor camino para llegar allá… Imagínense, dos días y medio de caminata… Y cuando escuchó las cornetas que anuncian las carreras, supo que ya estaba ahí…
      Miles de hombres y mujeres se movían por todos lados. Las mujeres llevaban vestidos a la moda y los hombres, todos, estaban con frac… Aquello era el acontecimiento de la temporada… Y ahí venían los caballos con sus jinetes… El caballito de mar se había transformado en un caballo blanco con manchas negras.
      Corrían milla y media, y eran ocho… Y el caballo favorito era uno color café, que se llamaba Trueno… Dulce Amanecer, que era el corcel que tenía alma de caballito de mar, estaba tranquilo… Y su jinete, vestido de azul, sonreía para todos lados.
      Cuando los ocho caballos y sus jinetes, entraron al arrancadero, la gente empezó a comunicarse a través de una sinfonía de ruidos, que crecía y crecía… Se oyó el disparo que daba comienzo a la carrera, y alguien que gritaba mirando al cielo…
      La ardilla trataba de ver a los caballos, pero no era posible… La gente se apretujaba y el terreno vibraba al compás de los cascos de los caballos… El favorito iba al frente y nadie lo podía alcanzar… Pero en una curva el jinete perdió el equilibrio y fue a parar al suelo… El caballo casi se detuvo…
      Los siete caballos que quedaban compitiendo iban muy cerca unos de otros y no se sabía cuál iba a ser el vencedor… Pero el jinete de azul, el que iba en Dulce Amanecer, logró la delantera… Y fue despegándose del grupo…
      Dulce Amanecer ganó el codiciado trofeo, y volteó a ver a la ardilla y le guiñó un ojo.
      Días después, a la ardilla le dijeron que el Presidente de la República llegaba a la ciudad y se le iba a hacer un homenaje en la plaza principal… Y que el lugar iba a estar vigilado por la Policía Montada… Y alguien le dijo a la ardilla que el caballito de mar iba a andar por ahí, protegiendo al presidente.
      La ardilla, siempre precavida, se fue en la madrugada al lugar de acción, y se subió a un árbol muy frondoso. Y buscó una buena rama, para observar el acontecimiento, y ahí se quedó, comiendo algunas semillas que había recogido por los alrededores. 
      La gente empezó a llegar, y la banda militar se acomodó en una plataforma. Los músicos abrieron sus atriles y pusieron sus papeles pautados. La primera marcha que iban a tocar era de Tchaikovsky.
      Ya casi a la hora, llegaron los camiones que traían a los caballos. Y ahí venía el caballito de mar disfrazado… Era un caballo negro que tenía las crines doradas… Era el más bello de los animales.
      Arribaron también los jinetes. Y luego luego se treparon a sus cabalgaduras…
      Por la avenida se vio una limousine. Era negra y llevaba dos banderas a los lados. La gente gritaba y ondeaba pequeñas banderas… Y se abrió la portezuela del automóvil y apareció un hombre de pelo canoso. Era el presidente, y llevaba una banda tricolor atravesada en el pecho.
      La ardilla estaba entusiasmada, y más, porque el corcel negro de las crines doradas estaba debajo de ella… Y el caballo sabía que la ardilla andaba por las ramas, porque a cada rato giraba la cabeza y miraba hacia arriba.
      Cuando regresó a su casita, la ardilla tomó su diario e hizo unos apuntes y unos dibujos. Ahí estaban sus recuerdos y todo lo importante que había hecho en su vida.
      Al pensar en el caballito de mar, anotó lo siguiente:
      “Tener un amigo es importante… Pero hay que saber escoger entre tantas posibilidades que nos da la vida… Hay que saber husmear con inteligencia… Hay que saber tomar la mejor manzana… Porque la mejor manzana contiene la mejor azúcar.
      “Tener un amigo es fundamental… Se necesita de alguien para compartir las dudas y las interrogantes…
      “Con paciencia y con tiempo, la luz llegará… Y nos daremos cuenta cuando el rayo de luz sea suficientemente cálido… Con tranquilidad llegará la primavera que se necesita… Y con la primavera aparecerá ese amigo que se anhela.”
      La ardilla cerró su diario y salió de su casa en busca de semillas… Había que almacenar mucho alimento, para las épocas de frío y de nieve… Corrió hacia el centro de la arboleda… Ahí había mucho que recoger…
     Empezó a hacer un montón… Y el montón se volvió casi una montañita… Eran muchas las semillas que había juntado…
      La ardilla estaba llena de felicidad. Tenía alimento de sobra y sabía que el caballito de mar, que se disfrazaba con habilidad, por ahí andaba, muy cerca de ella… Muy cerca de su mundo…
      Y el caballito de mar, dentro de la mente de la ardilla, se transformaba fotográficamente en caballo de carrusel, caballo de carreras y cabalgadura de la policía montada… Clic, clic, clic… Hacía sus cambios de disfraz, ante la sonrisa de la ardilla…



Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)

Monday, April 9, 2012

RÍO DE LAS LAJAS BLANCAS


     

Por Eduardo Rodríguez Solís

      Iztapalapa, que en Náhuatl quiere decir “en el río de las lajas blancas”, es uno de los territorios de la ciudad de México donde solamente habitan personas de clases media baja y baja. Hay algunas industrias y, francamente, más del 70% de su población vive del milagro de los dioses.
      Tiene como distintivo El Cerro de la Estrella, donde hay celebraciones del nuevo sol, motivo ancestral.
      Hace tiempo, cuando se descubrió que la ciudad de México era difícil de gobernar, hubo la idea de dividir el total territorio en 16 porciones. Cada parte de ese gran pastel se le llamó Delegación, y entonces a cada una de esas áreas se le puso administración propia, con su palacio de gobierno, su policía, y sus servicios.
      La gente pudiente de la ciudad entera vive en las Delegaciones Benito Juárez, Tlalpan o Coyoacán, por citar sólo a tres. Los que tienen las bolsas rotas andan en otros lugares, como Iztapalapa.
      En Semana Santa es tradicional la producción teatral que se hace en Iztapalapa. Con actores que salen de la propia comunidad, después de concursos difíciles de ganar, se reparten los papeles.
      En esta Semana Santa, el domingo culminante, se pudo ver por televisión, en Houston, en Nueva York, en todos, todos lados, el gran espectáculo de las últimas horas de la vida de Jesucristo.
      Quien hizo el papel de Jesús fue un estudiante de Gastronomía, de veinticuatro años. Es un muchacho guapo, moreno, fuerte, inteligente a morir.
      Este actor tuvo entonces, ante la mirada de cientos de miles, que arrastrar una cruz de madera de más de cien kilos. Y mientras lo hacía, algunos hombres disfrazados, le golpeaban las espaldas con cueros; mucha gente les tiraba piedras y otras cosas a esos personajes malos de la escenificación.
      Entonces la policía y el ejército que cuidaba el orden del lugar, sacaban de la escena a los malandrines, y les daban, ¿por qué no?, los golpes que merecían.
      El gran show tradicional tuvo su culminación cuando, en la cúspide del Cerro de la Estrella, fueron alzados en las cruces los ladrones Dimas y Gestas… Y luego, Jesús, contemplando las nubes, bajo el sol que calentaba fuerte.
      Las tradiciones se mantienen, y esa prodigiosa escenificación ha venido realizándose por más de 150 años. Ahora la hemos podido ver en vivo, gracias a los adelantos tecnológicos de la televisión.
      Y el domingo vibraron muchos corazones católicos en El Río de las Lajas Blancas, Iztapalapa.
      Si uno tiene Internet, puede usar la palabra mágica (Iztapalapa) para navegar a través de esas grandiosas tradiciones de nuestra tierra americana, existen incontables fotos y reportajes.


Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)


Sunday, April 8, 2012

RESURRECTION DAY


Once upon a time, Ms. Dinorah was fifteen...




And Jesus says:

Receive my blessing and my love for you, no matter how far you think you are, or what you’ve done, or even the pain you’re going through. Just receive my love, my love, my love, mi amor. You are my joy. In my love, you will rise…and you will find me!

Saturday, April 7, 2012

FIGHTING BOREDOM


An architectural project developed by Sheyla Alvarez, Alessandra Fullerton, Isabel Chicas and Andy Rodriguez



By Deniria Cornejo
(From the classroom)

Why do students get bored at school so easily? There seem to be many different reasons why students might be getting bored at school. I believe it all depends on how the student feels in class and the way in which the teacher delivers the subject. One of my classmates argues that “Sometimes boredom happens because of laziness, indiscipline, and lack of curiosity on the part of the student.” This is true. I sometimes feel bored at school, when I don’t want to do any work. On the website Child Parenting, there are four reasons why kids are bored at school. Students may be 1) under-challenged, 2) under-motivated, 3) under-connected, and 4) under-skilled. Many people have thought of different reasons why kids are bored at school. Yet, what matters is how we can solve the problem by trying to engage the kids in new and more exciting activities at school.



Josie and Lizzet working on a project combining visual arts, architecture and Spanish


Young kids can easily change of mood from one minute to the next, especially if they are in the process of growing up. They can get very sentimental. It is said that there is a certain age in high school when young adults start getting bored and lazy at school. Coincidentally, I’ve been seeing that kind of behavior lately at my high school. And I should say that many times I can not escape from adopting a lazy attitude myself. One can feel sad or depressed and not wanting to do a thing. Kids who don’t have energy in their bodies may also feel tired and bored.  Also, we need to consider that some teachers don’t know how to make the lessons fun for the students, and so the students might get distracted or fall asleep during class.


Nathan, Juan, Nigel and Jose working on a group project


As I mentioned earlier, Child Parenting presents four different reasons why students get bored at school. For instance, they might be under-challenged. That means that they are not given work that keeps them engaged during the whole class period. Some of the students may finish their assignments earlier than others and have to wait for the rest of the class to finish. These students, of course, are at risk of getting bored while waiting. The second reason is that students may feel under-motivated. They can’t find anything attractive in doing class work or paying attention to their teacher. Students need to find a deeper meaning in learning that allows them to associate learning with their personal lives. Thirdly, kids might feel under-connected, which means that they have trouble connecting or interacting with other students and teachers. They may experience isolation. Isolated students don’t like to do work and become bored. Finally, there are students who have been considered “under-skilled” because they haven’t acquired the necessary skills to be successful in school. Consequently, they end up not wanting to try anything and getting bored. They believe that they are less intelligent than their classmates and so they never participate in class, fearing that their answers might be wrong.


A three dimensional piece created by Marvin Contreras, Bertha Nunez, Jesse Calel and Robert Procell


I should also say that boredom is connected to indiscipline. Many students don’t know how to follow directions or show respect. They think school is not important and so they go to school to meet their friends. No academic subject holds their attention. They try to do things that are not allowed in school and predispose themselves not to engage in any class activity. School is not a place to entertain kids but a place to learn. But, teachers and students can work together to eliminate boredom in school. Teachers should try to make the lessons more interesting and students have to try to pay attention and interact during class. Boredom cannot get you where you want to be. It only keeps you in one place and you never get to go anywhere. You don’t succeed in life. Boredom can be really dangerous, and we need to start solving the problem so that kids can succeed in life. 



A Group Project



Articles Consulted:


Sunday, April 1, 2012

ESA ES LA ESCENA




Por Nara Mansur


El publiquito arrebujado en la cuna:
¿quiénes son tantos bebés y niños orejudos?,
¿no son ustedes los muertos en vida, los traductores
de mi pequeña hija?
¿Cuál esquema es ese que dibujan?
¿Dónde están las materias primas?


Que responda la niña de la patria --dice el bebé negro--
la discontinua por naturaleza, la pensionada.
¿Dónde están las materias primas, los recursos?
El tesoro nacional, ¿dónde está? --lloriquea el conejo.


¡Qué cautiva imagen, niña mía, te protege y te traiciona!


¿De dónde te habla una madre, sino es del yacimiento mayor,
desde la armonía y el aura cálida y pública?
Qué medallas te adornan, niña patriota y solitaria.
¿Estarás disponible en un futuro inmediato?
¿Estarás dispuesta a volver al arenero,
a hundirte un poco más en el juego?


A la niña de la patria la adoran los enfermos que le regalan
sus huesos rotos, sus humillaciones.
Ay niña, bésanos la frente
--le dicen a Emilia los juguetes más viejos:
Danos los dientes que nos faltan.
Adentro de tus carnes, la patria se estremece
y nos cobija. Adentro de la niña se sacude
la modorra y nace ya con las uñas largas
y el pelo crecido y ondulado, la ansiada esperanza.


Ay niña, regálame algo de tu mamá, de tu abuela,
algo de lo que tienes guardado.



Nara Mansur es poeta, autora de textos para la escena y crítico teatral. Ha publicado los poemarios Mañana es cuando estoy despierta (2000) y Un ejercicio al aire libre (2004). Recibió el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén 2011 por su cuaderno Manualidades así como el Premio de la Crítica Literaria 2011 por su libro Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Sus textos Ignacio & María y Charlotte Corday. Poema dramático han sido llevados a escena por los grupos Teatro D’Dos y la Guerrilla del Golem. Actualmente es colaboradora del Estudio Teatral El Cuervo que dirige Pompeyo Audivert en Buenos Aires.