Monday, July 4, 2011

PULIENDO LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA



Por Eduardo Barrios, S. J.

Se acerca la puesta en vigor de un nuevo Misal en inglés. Se prepara también nueva edición en español. Buena ocasión para un renovado esfuerzo por celebrar devotamente la Santa Misa.
Lo principal es prepararse espiritualmente para cada liturgia por medio de la oración. Se debe preparar también materialmente el Misal, poniendo las marcas o cintas antes de la Misa, no al comienzo.
En general la mayor deficiencia proviene de una mal entendida creatividad. Al celebrante le toca ser creativo en la homilía, pero no al rezar las oraciones prescritas. No se puede privatizar la liturgia; debe ser la misma para todos los católicos. A veces se observan omisiones, adiciones y mutaciones que lastiman la celebración.

1) La Misa comienza con la procesión de entrada. Es importante que los ministros vayan en el orden correspondiente. El Canto inicial no debe alargarse demasiado.
2) Ante el altar se hace la “debida reverencia”. Si el Sagrario está detrás, procede la genuflexión. Si el Santísimo se reserva en una capilla lateral, basta venia profunda.
3) “Besar el altar”. No hay por qué omitir tan piadoso gesto. El altar representa a Cristo. El prefacio V de Pascua lo llama “sacerdote, víctima y altar”.
4) El celebrante dirige los ritos iniciales desde la sede. A veces por falta de acólito lo hace desde el altar, pero mejor no ir al altar hasta que comience la Liturgia de la Eucaristía.
5) Hay varias fórmulas para el saludo inicial en Tiempo Ordinario. También las hay propias de otros Tiempos. Debe procurarse la variedad.
6) Si el sacerdote hace una monición inicial, no debe tener visos de homilía, sino de breve introducción a la Liturgia.
7) El Acto Penitencial también cuenta con diversidad de formularios. Debe evitarse la rutina.
8) El celebrante tenga presente si la Liturgia exige canto del Gloria. Se reza en solemnidades y fiestas, no en memorias o ferias.
9) La primera gran oración de la Misa se llama, “Colecta”. Se introduce con la invitación, “Oremos”; no diciendo, “El Señor esté con Ustedes”.
10) La primera lectura, y la segunda cuando hay, concluye con la expresión, “Palabra de Dios”; se responde, “Te alabamos, Señor”. En cambio, al final del Evangelio se dice, “Palabra del Señor”; la respuesta es, “Gloria a ti, Señor Jesús”. Antes del evangelio, el sacerdote dice una oración “en secreto”, es decir, en voz baja.
11) Después de las lecturas viene la homilía. Obligada, los días de precepto, pero se recomienda diariamente. El predicador debe prepararla bien mediante la meditación y estudio de los textos. No se acoja a homilías de otros predicadores, pues cada cual tiene su carisma profético.
12) Después del Credo en domingos y solemnidades se reza la Oración de los Fieles. Las peticiones deben proceder comenzando por las necesidades más universales para acabar con las más particulares de la comunidad. Aquí conviene ejercitar la creatividad, y no limitarse a copiar peticiones importadas de otros lugares.
13) El sacerdote no debe mirar a los feligreses cuando se dirige a Dios. Está bien que mire hacia a los fieles cuando predica.
14) Al comenzar la Liturgia Eucarística se coloca abierto el corporal sobre el altar, y no antes. Como la palabra “corporal” indica, esa pieza es para el “Corpus”, para que no se dispersen partículas de hostias consagradas. El Misal no debe colocarse sobre el corporal.
15) Es significativa la procesión con las ofrendas, a saber, del pan, vino, y otros dones, como lo recolectado en los cepillos.
16) El sacerdote eleva un poco el pan y el vino por separado, y los presenta a Dios con oraciones independientes; no hay que fusionarlas en una. Antes de presentar el vino, el sacerdote o diácono prepara el cáliz; al añadir unas gotas de agua, dice oración “en secreto”, o sea, no voceada.
17) No debe omitirse, como algunos hacen, el lavatorio de las manos, gesto humilde y devoto. Se hace acompañado de otra oración “en secreto”.
18) Después de esa ablución viene una exhortación a orar. Existen tres fórmulas en aras de la variedad. La respuesta del pueblo es invariable.
19) La Oración sobre las Ofrendas no va precedida ni de “El Señor esté con Ustedes” ni de “Oremos”.
20) La plegaria eucarística comienza con el Prefacio. Nótese que hay prefacios unidos inextricablemente al resto de la plegaria eucarística. Las tres primeras plegarias eucarísticas admiten variedad de prefacios. No así la cuarta, que tiene prefacio fijo. También tienen su prefacio inmutable la quinta plegaria eucarística en sus cuatro versiones y las dos plegarias sobre la reconciliación. Dígase lo mismo de las tres plegarias para Misas con niños. Hay catorce plegarias eucarísticas en español, pero algunos celebrantes abusan de la segunda, la más breve de todas.
21) Los sacerdotes deben cumplir los gestos prescritos durante la parte central de la Liturgia, como extender las manos, juntarlas, ponerlas sobre las ofrendas, etc.
22) No debe fraccionarse la hostia antes de la consagración. Esa fracción se hace después del Padre Nuestro, dentro del Rito de la Comunión.
23) Para introducir el saludo de paz hay cuatro fórmulas que dan variedad a la exhortación. Aunque la paz se desee a todos los presentes, los fieles no deben recorrer toda la iglesia dispensando besos y abrazos por doquier. El gesto de paz, sobrio, se hace a los cercanos.
24) Los fieles reciben la Comunión. No está bien que se apoderen de la hostia con los dedos. Se recibe directamente sobre la lengua o sobre la palma de la mano, en gesto de receptividad, no de apropiación.
25) La oración después de la Comunión va precedida de “Oremos”, no de “El Señor esté con Ustedes”.
26) Luego de esa oración puede haber “oportunos anuncios, si es necesario y con brevedad”. No conviene sacar del recogimiento con saludos informales o avisos sobre temas banales, como excursiones o rifas de pavos.
 27) Después del rito de conclusión, los feligreses deben evitar levantarse en estampida hacia las puertas. No comiencen a salir hasta que el sacerdote y sus ministros hayan llegado a la sacristía.



Eduardo Barrios es escritor y sacerdote de la orden jesuita. Ha trabajado como consejero en el Colegio de Belén y celebrado misas en varias parroquias de la ciudad de Miami. Actualmente oficia en St. Raymond Catholic Church en Coral Gables y escribe artículos controversiales para El Nuevo Herald. (ebarriossj@gmail.com)


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