Wednesday, July 9, 2014

GARABATO No. 69


 
 

Por Eduardo Rodríguez Solís


      La niña Sofía se fue hasta la playa. Y ahí, al ver una lancha abandonada, se le ocurrió treparse a ella y se empezó a mover con los remos.
      Al principio, le costaba trabajo jalar el agua y avanzar, y dar vueltas, pero con un poco de práctica casi se volvió “una mujer de mar”.
      Se fue entonces hacia donde se veían unas palmeras, en una especie de islote. Pero remaba y remaba y sentía que cada vez estaba más lejos de aquella islita.
      Entonces, cansada de luchar con aquellos remos, le dio sueño y cerró los ojos.
      Se vio enseguida caminando en aquel islote de tres palmeras.
      De pronto, alguien le arrojó un coco.
      La niña Sofía trató de romper ese coco para saborear su carne y su agua fresca. Pero esto de romper el coco era imposible. La fruta parecía de piedra.
      Fue entonces cuando de lo alto de una de las palmeras brincó un negrito, que vestía todo de rojo y que traía un sombrero de carrete.
      --Mira. Yo, que me llamo Juanito Houdini, y que soy el único habitante de esta islita, te voy a enseñar a partir un coco –dijo Juanito mientras la niña Sofía estaba admirada.
      Juanito Houdini colocó el coco entre dos caracoles de mar y gritó como un karateca, golpeando (sin golpear) el coco con su mano derecha.
      Gracias a esta acción milagrosa la niña Sofía disfrutó de la carne del coco y se deleitó con el agua de coco.
      --Esto está fabuloso –dijo la niña Sofía, al momento que se despertaba de su agradable sueño.
      Pero, qué barbaridad, los remos de la lancha no estaban. Habían desaparecido.
      Entonces, la niña Sofía se puso a llorar porque estaba lejísimo de su playa.
      Pero, como éste es un cuento donde suceden cosas buenas, como debe de ser, apareció por ahí un delfín que se veía muy gracioso.
      --Yo te voy a llevar de regreso a tu playa. Eres una niña buena, y a las niñas buenas no les pasan cosas malas –dijo el delfín brincando y dando vueltas en el aire, como si fuera toda una estrella de un circo esplendoroso.
      Acto seguido, el delfín, cantando siempre, remolcó sin problemas a la lanchita, con su tripulante feliz, la niña Sofía.
      Y cuando llegaron a su playa querida, la niña Sofía bailó de gusto, y muchas gaviotas volaron alrededor de ella.
      Y al rato, los remos que se habían perdido, fueron aventados a la playa, gracias a unas olas que se parecían todas al negrito Juanito Houdini.

 
Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picadoSobre los orígenes del hombreDoncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
 
 

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