Wednesday, May 7, 2014

GARABATO No. 60



Project Row Houses


Por Eduardo Rodríguez Solís


      Maureen O’Hara se llama la gata pelirroja que vive al lado. Su nombre que le puse viene de la bella Maureen O’Hara, actriz norteamericana, que nació en 1920. Esta gata,  que nunca se le ve “dándose su manita de gato”, como lo hacen todos los mininos, es un verdadero Cookie Monster, porque come sin masticar, como si fuera prisionera de un Campo de Concentración.
      Ella ha tenido la costumbre de aparecerse todas las mañanas, cuando debo darle de comer a dos gatas: una que se llama “La tigresa”, como una actriz mexicana que fue el gran amor de un presidente azteca. La otra, que es hija de la primera, se llama “Gloria Trevi II”, recordando a una cantante y actriz, también azteca.
      Estas dos gatas mías, viven afuera de la casa, y tienen sus buenos escondites para combatir, por ejemplo, las temperaturas bajas. Se meten debajo de la puerta de una bodega, al frente de la casa, o se van a otra, que está atrás, donde hasta tienen una puertita “para gatos”.
      Hay una tercera gata, que no se junta con las gatas mencionadas. Esta se llama “Mole”, porque tiene tres colores y parece como un plato de arroz, con frijoles negros, y mole, pues es blanca, negra y color beige. Esta gata, “Mole”, vive dentro de la casa y es amiga “de lejos” de las gatas que viven afuera.
      La gata “Gloria Trevi II” es un animal con diseño en su pelo muy extraño. Es blanca con negro, con algunos toques atigrados, con un antifaz negro, tipo Batman, y con una espiral negra en cada uno de sus costados.
      Esta gata tiene un hermano, con cabeza totalmente atigrada y con espirales negras a los lados. Nunca tuvo nombre y se volvió un vagabundo, un Don Juan… Y un día desapareció. O lo hicieron guacamole con un coche, o lo hicieron barbacoa, o algún dueño II (porque todos los gatos tienen su dueño I, su dueño II, etc.) se lo llevó a Hawaii, dentro de un pet carrier de plástico, porque consiguió un mejor trabajo en aquellas islas del Hula-Hula.
      Todas estas gatas que deambulan en mi vida a veces son observadas por mininos que no son de estos territorios… Me refiero a un gato todo negro, delgado, y un gato atigrado, también flaco. (Tienen hambre, pero no se atreven a robar comida. Son quizás gatos decentes, educados.)
      Los gatos han acompañado al hombre desde hace mucho. Fueron y siguen siendo buena terapia para la soledad y el stress… Eran buena medicina para la inquietud. Cuando sufrías de este mal, se te daba un gato pulguiento, y te la podías pasar espulgando al animal… Y la ansiedad casi desaparecía…
      (Y cuando el pobre animal se quedaba sin pulgas, se le arrojaba desde una de las torres del castillo… Pero luego, gracias a los cielos, se volvía a llenar de pulgas y podía, si la suerte le ayudaba, regresar al mismo castillo.)

Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picadoSobre los orígenes del hombreDoncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)

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