Saturday, January 7, 2012

EL CUATE




Por Eduardo Rodríguez Solís

De la serie Carnets de Eduardo Rodríguez Solís
(Número 129. 12-13-11)


Cuando yo trabajaba con Enrique Bátiz y su Orquesta Sinfónica del Estado de México, encargándome del diseño y redacción de los programas de mano, coordinación de solistas y arreglo de las giras por los Estados Unidos, estacionaba mi tartana (Datsun verde) al final de una avenida en las Lomas, que terminaba en la salida a la carretera a Toluca, frente a dos casas iguales. Ahí dejaba el carro y luego me iba a trepar a un autobús que me llevaba a Toluca…
Me hice cuate de un joven que siempre estaba arreglando las plantas. Supe entonces que las dos casas eran de Cantinflas (una la alquilaba al embajador de los Estados Unidos). El que cuidaba las plantas era muy sociable. Un día, cuando yo regresaba de Toluca encontré mi carro flamante, muy limpio. El ángel del Señor, que era ese cuate, lo había lavado. Pensé que algo de su carácter tenía que ver con el bueno de Cantinflas, pues hasta su pantalón lo traía un poco caído de la cintura…
Una vez, ya con el carro estacionado frente a las dos casas, habiendo saludado a mi cuate (Cantinflas II), iba yo caminando hacia la esquina de la avenida Constituyentes, cuando pasó la comitiva del Gobernador del Estado de México. Se detuvieron los carros y alguien de la escolta del Gobernador vino hacia mí, y me dijo: “Si usted va para Toluca, el Sr. Gobernador quiere que se suba a su carro”… En el viaje, platiqué con él, y ya en Toluca, entramos al Palacio de Gobierno… Y ahí iba yo junto al Gobernador… (Yo iba a Toluca por unos fondos que necesitábamos para un concierto en la ciudad de México)… Entré a las oficinas del Gobernador y hablamos de varias cosas. Aproveché la ocasión para regalarle un ejemplar de mi libro, Primer curso de amor, que publicó la editorial Joaquín Mortiz… Tomamos café con leche… Cuando salí de la oficina, encontré al mero mero de las finanzas, quien me comunicó que mi dinero estaba listo (y en efectivo)… Al saber que no tenía transportación, le pidió a un chofer que me regresara a la ciudad de México…
Desde luego, le comenté a Cantinflas II sobre mis buenas influencias en otra ocasión y juntos recordamos una escena que aparece en una de las primeras películas de Cantinflas. La escena se desarrolla en una cantina. Cantinflas narra a sus cuates una historia. Escribo el relato de memoria:

 El tranvía iba lleno, y nos movíamos de un lado a otro, como si anduviéramos en el mar. Frente a mí iba una muchacha guapetona, que me miraba de reojo. Ella me preguntó: “¿Qué me ve?” Yo le dije: “Es que usted está muy chula, y se ve muy bien.” Y me preguntó: “¿Le gustan mis zapatos?” Yo le dije que sí, que estaban muy a la moda, como debe ser. Y el tranvía seguía moviéndose, como trajinera en Xochimilco. Y me dijo: “¿Quiere que me suba un poco la falda, para que los vea mejor?” Yo le dije: “Pues estaría muy bien.” Y me dijo: ¿Y ahora, cómo los ve?” Yo le dije que se veían mejor, que brillaban de lo lindo. Y el tranvía seguía con sus movimientos, para allá y para acá… Y ella me dijo: “¿Qué le parece si le enseñó un poco la piernita?” Y yo le dije: “Pues no estaría mal.” Y el tranvía seguía con su zangoloteo. Y luego: “¿Quiere que le diga dónde me hicieron la operación del apéndice?” Y yo, tragando saliva, le respondí: “Pues, usted sabe lo que hace.” Y que señala con el dedo, por la ventana, un hospital pintado de amarillo…

 


Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)

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