Tuesday, April 22, 2014

GARABATO No. 58




      Por Eduardo Rodríguez Solís


      Abrió la puerta de la choza. Vio la playa y el mar medio alborotado.
     Volaban algunas gaviotas y buscaban comida para ellas y para sus críos.
     El cielo estaba gris. Quizás se esperaba una tormenta.
     Comió un plátano, medio negro a medias. Algo había que echar al estómago.

      Escuchó un maullido y algo le cayó encima. Era la gata de tres colores… Blanco, café claro y negro.
      Sintió el calor del felino. Pero el animal, inquieto, buscó otro lugar.
      De la radio, que se había encendido, casi con una patada, salió el rock.
      Después de una pausa larga, donde se dormitó un poco, el hombre caminó hasta sentir lo mojado del mar.
      Al escuchar otro maullido, el hombre se acercó a una cubeta llena de agua salada. Sacó de ahí una latita de alimento de gatos, y le dio su “room service” a su amiga, la gata.
      --Room Service para la Suite Presidencial –dijo el hombre, y la gata comió sabrosamente.
      El hombre tomó una hoja de papel y dibujó la playa, con el mar al fondo. Todo en blanco y negro, con trazos hechos con un plumón.
      El dibujo fue clavado dentro de la choza, al lado de una imagen de la Guadalupana.
      Una güerita asomó su rostro. Traía a una amiga. Querían un dibujo de las dos.
      Se sentaron en unas sillas de mimbre y se pusieron en buena pose.
      Las mujeres quedaron muy contentas del resultado y pidieron una copia del dibujo que se acababa de hacer.
      Pagaron sus dolaritos y se fueron.
      Entonces el hombre se santiguó y puso sus primeros billetes del día en un bote vacío de sopa de tomate Campbell’s.
      La gata dormitaba.
      El hombre pensaba en el pasado y en el triste presente.
      La lluvia apareció y la melancolía se acrecentó.
      El hombre, el artista del dibujo, lloraba y suspiraba…
      Despierto, se puso a soñar…
      Era ahora un dibujante famoso y se le rendía culto. Uno de sus dibujos sencillos valía lo que un coche sport del año.
      Y hasta el primer rocket tripulado al Planeta Marte, llevaba un dibujo suyo en el fuselaje.
      Pero este sueño que se soñaba despierto se esfumó. La triste realidad era su choza, que se caía a pedazos, y sus dibujos blanco y negro, que valían, cada uno, lo que una cerveza del país.


Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picadoSobre los orígenes del hombreDoncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)

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