Wednesday, June 5, 2013

LAS AVENTURAS DE BECKY




Por Ms. Dinorah


“He canvassed his system. No ailment was found, and he investigated again. This time he thought he could detect colicky symptoms, and he began to encourage them with considerable hope. But they soon grew feeble, and presently died wholly away. He reflected further. Suddenly he discovered something. One of his upper front teeth was loose. This was lucky; he was about to begin to groan, as a “starter,” as he called it, when it occurred to him that if he came into court with that argument, his aunt would pull it out, and that would hurt. So he thought he would hold the tooth in reserve for the present, and seek further. Nothing offered for some little time, and then he remembered hearing the doctor tell about a certain thing that laid up a patient for two or three weeks and threatened to make him lose a finger. So the boy eagerly drew his sore toe from under the sheet and held it up for inspection. But now he did not know the necessary symptoms. However, it seemed well worth while to chance it, so he fell to groaning with considerable spirit.”

Mark Twain, The Adventures of Tom Sawyer


Y no lo había reconocido. Era verdad, él estuvo allí también, de una manera especialmente inmaterial, trazando las palabras en una pizarrita: “Te quiero” –escribió Tom. ¡Qué bueno era leer, escuchar, recibir una tenue imagen del futuro! No entender, no saber, experimentar la sensación. Becky suspiró. De haber sabido que era él, le hubiese dicho muy bajito, antes de pasar a la página siguiente: “Algún día me voy a enamorar de ti, Tom Sawyer”. ¿Qué libros leía Tom? ¿Quién era él en realidad? ¿Un gángster, un pirata, un actor, un autor, un personaje, un muchacho sin corazón, un héroe misterioso? Para Becky, Tom representaba la alegría, el regocijo, la esperanza del lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, aunque no había escuela en el pueblo de St. Petersburg los fines de semana.




“Si Tom apareciera…”. Becky miraba distraída la palma de su mano, rebosada de líneas extendiéndose hacia todas partes. Las aspas del molino incrustado en el lago revoloteaban en su imaginación. Becky se humedeció los labios. Sus fuerzas flaqueaban. Se sentía desfallecer frente a aquel trasto de hierro que daba vueltas sin cesar. Fue entonces que escuchó decir a sus espaldas: “Que nadie te vea llorar sudar”. ¿Habría sido el maestro? ¿Su propio organismo avergonzado? ¿Una voz azul perdida entre la tierra y el mar? No había sombra por ningún lado y Becky estaba sudando a chorros. Exploró la isla lo mejor que pudo, ni rastros de Tom. Mucho ruido, eso sí, y buenas intenciones, almas buenas y náuseas terribles del calor. “Tom Sawyer, you are just as mean as you can be” –quería gritarle Becky. “You know you’re going to tell on me, and oh, what shall I do, what shall I do!” Becky caminó erguida hasta el famoso carrusel del progreso sin dejar escapar a Tom de su cabeza. “Girls’ faces always tell on them. They ain’t got any backbone”, había dicho él alguna vez. “All right, let her sweat it out!”




Becky se desmoronó sobre el asiento justo antes de que apagaran la luz y comenzara a deslizarse la plataforma mágica del carrusel. No quería sudar más. Al menos no de esa manera ficcional y sin llegar a conocer al verdadero Tom, su color favorito,  su deporte predilecto, su libro de cabecera, su eficaz sistema inmunológico, sus alentadores descubrimientos en el campo de la medicina natural. “Tom, Tom…yo también te quiero” –susurró en la oscuridad. En ese instante, a Becky se le ocurrió sondear al ilustre pastor Clemens. “¿No sabrá él acaso el paradero de Tom?”. Resultaba casi imposible no admirar a Samuel Clemens, el encargado de la vida espiritual y la administración de la región. De ser examinado, él diría la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad. El pastor Clemens aventajaba a sus fervorosos compatriotas en el arte de la cirugía pues tenía la “gracia” de atravesar mentes ajenas fácilmente, sobre todo la de Becky y la de Tom. Cuando la plataforma se detuvo, Becky se levantó y caminó arrastrando los pies hacia la puerta de salida. Ya había oscurecido. Un frío intenso le entró en el pecho, dolor, desdén. ¿Qué quería él en realidad? No el señor Clemens sino Tom, el exclusivo y fidedigno Tomás Sawyer. ¿Qué había en común entre ellos dos? Becky recordó que debía perdonar, perdonar otra vez, sobre todo perdonarse a sí misma por dejarse ilusionar, perdonar la frialdad de Tom en su papel del Tenebroso Vengador, dejar ir, dejar ir.




Contempló la posibilidad de amar a Tom profundamente, aunque él no tuviera sentimientos, y no pudo evitar que le corriera una diminuta lágrima por la mejilla. Sin darse cuenta, había llegado a la cerca de madera que dividía la ponderada isla en dos novelas. Soñarlo, plasmar su imagen sobre el flamante letrero de la cerca que él mismo había estampado años atrás: Tom ♥ Becky. Pero ella añoraba amar a Tom, no adjudicarse una caricatura suya grabada en una tabla. El Tom real -bueno, malo o regular- era mil veces mejor que el simulacro, por muy profesional, atractivo y relevante que éste último luciera. Después del soberano éxito y la popularidad del héroe, Samuel Clemens le había concedido a Tom libertad condicional para formar su propia banda de maleantes junto a Huck Finn, el Manos Rojas, y Joe Harper, el Terror de los Mares. Y Becky no podía cuestionar al distinguido señor Clemens, mucho menos controlar el desarrollo de la acción. Agradeció al pastor por haberle permitido formar parte del elenco y caminó, caminó, caminó sin mirar atrás, ni a los costados, en busca de un foco de luz menos teatral, quizá más transparente. Legitimarse en su perfecta y palpable imperfección, sin maquillaje, sin vestido, sin peinarse, con una o dos libras de más. ¿Y por qué no? Para Becky, sólo el amor (ciego) podía engendrar la maravilla. Para Tom, sus heroicas invenciones, las gloriosas transacciones y el ejercicio físico. ¿Qué veía él que ella no lograba ver?
Otra vez, el sudor.






*Las citas en inglés han sido extraídas del libro The Adventures of  Tom Sawyer, de Mark Twain. 

1 comment:

  1. las aventuras de tom sawyer es uno de los libros mas fantasticos que se han escrito, todas las aventuras de tom y huck tienen sucesos que enamoran a los lectores. es un libro para ninos y adultos.

    ReplyDelete