Por Eduardo Rodríguez Solís
(Reflexiones sobre Dios,
Jesucristo y el hombre, a partir del texto Un
hermoso forajido)
Bueno, me meto en camisa de once varas. El asunto
no lo conozco bien, como no conozco el mundo extraordinario de Shakespeare.
Pero hay que ser atrevido y hay que hacer reflexiones. Es necesario. Andamos en
busca de la verdad. Una verdad que está detrás de muchos velos.
Todo empieza cuando sabemos que el mundo se ha
construido, se ha erigido, gracias a una fuerza que lo mueve todo, que lo hace
todo. Esa fuerza es el Dios o los dioses de los tiempos pasados.
Y me pongo a escribir en la computadora, sin hacer
apuntes o borradores. Redacto frescamente, y sé que utilizando este sistema se
puede llegar a la transparencia del concepto. Traigo puesta una playera
(T-shirt), azul claro, que tiene una figura en blanco. Ahí está la imagen,
sacada de un códice, de un dios prehispánico, Quetzalcoatl (una serpiente
emplumada). En mi pecho se muestra a un dios de los vientos y la naturaleza,
casi casi como el Jurakán de los indios caribes. Y pienso en el significado de
esta palabra que se ha metido en nuestros diccionarios (huracán).
Entonces el viento huracanado me lleva al libro
de John Eldredge, Beautiful Outlaw. Y
descubro que Dinorah dice en su traducción “Un hermoso forajido”, y yo
corrijo el título y digo, “Un hermoso rebelde”… Porque Jesucristo no operaba
fuera de la ley… Él solamente quería que todos caminaran por el sendero
correcto y justo.
Luego nos damos cuenta que el concepto de Dios,
que no tiene forma, pero que sin dudas existe, se nos aparece en el cuerpo de
Jesucristo. Y vemos ahí a un hombre rebelde, que quiere que las cosas estén
mejor. Y nos ponemos a leer sobre la vida de Jesús y tratamos de aprender la
forma de caminar bien en la vida que nos ha tocado. Y caminamos a nuestra
manera.
También, aseguramos que Dios y Jesucristo, pueden
estar en todos lados. Y no tenemos la necesidad de ir a un templo para recibir
bendiciones. (Los templos están para los desposeídos, para los desamparados, y
nosotros no necesitamos hacer visitas a esos santos lugares, porque creemos que
Dios y Jesucristo pueden estar con nosotros, siempre, en cualquier lugar, si así
lo queremos.)
Finalmente decimos que el Mesías que llegó y fue
adorado en un establo de Belén por tres reyes magos del Oriente, está cerca de
nosotros. Es una luz que debemos descubrir. Es la verdadera esperanza que nos
ofrece esta vida que nos ha tocado.
Eduardo Rodríguez Solís
(D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de
la revista Mester, del Taller de Juan
José Arreola. Su cuento San Simón de los
Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con
guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las
ondas de la Catrina ha sido
representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive
y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
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