Por Eduardo Rodríguez Solís
De la serie Carnets de Eduardo Rodríguez Solís
(Número 87. 7-6-11)
Hace más de medio siglo, nació para siempre el Loco Valdés en la pantalla mexicana. Nadie escapaba de su hechizo. Todos regresábamos temprano a casa para ver las Variedades de medio día en la televisión. El productor Juan Calderón y un pequeño ejército de cómicos se movían dentro de la caja en blanco y negro, un oasis en medio del mundo loco que nos rodeaba. La estrella del show era el Loco Valdés, que se ganó la adoración de chicos y grandes.
Clown, juglar, bufón, actor, mimo, y cantante, salía al escenario sin libreto, haciéndonos reír y gozar. A veces nos caíamos del sofá o de la silla, a causa de tanta carcajada.
Años después, el cantante Cristian Castro se presenta en el Auditorio Nacional, con su orquesta en vivo, y el público abarrota el lugar. Vemos a su mamá, la actriz Verónica Castro, aplaudiendo con muchas ganas, y no muy lejos de ella está su padre, el Loco Valdés. Son felices porque Cristian se proyecta en el escenario como nunca.
Al concluir el concierto, una reportera se acerca al Loco Valdés, y le pregunta sobre su canción favorita: “La que habla sobre la palmera embarazada”, responde él. Confusa, ella trata de descubrir otros detalles sobre la canción. Entonces el Loco Valdés sonríe y comienza a tararear: “Espera un coco… Un coquito más…” La broma persigue al Loco Valdés, es su sello, que no se puede copiar, y que nos sorprende constantemente. El Loco Valdés parece un mago del humor.
Una vez, durante una filmación, se le ocurre decir: “Hoy celebramos el día del bomberito Juárez, señoras y señores”. Todos los presentes, incluyendo al público, los camarógrafos, y el resto del staff, se desploman de la risa, porque es una fecha especial y se recuerda el nacimiento de Benito Juárez. Antes de terminar la jornada diaria, alguien llama de la Secretaría de Gobernación exigiendo medidas para castigar al mero mero del canal televisivo. Y el pobre Loco Valdés es condenado a retirarse del trabajo una semana.
Gracias a sus extra-vagancias creativas surge el extraterrestre Colofox, un personaje minúsculo, casi invisible, que balbucea. El Loco Valdés atrapa la atención del público al compás de la música de un cuento de hadas, y en escena aparece la nave espacial. Observamos hacia donde él señala mientras el aparato aterriza posándose tranquilamente en las manos extendidas del Loco Valdés…
Colofox se expresa con ruidos, gemidos, sin palabras. Así habla Colofox interpretado por el Loco Valdés, extraordinario actor, hermano de Tintán, y de Ramón Valdés -otro cómico que también destacó junto al “Chavo del Ocho”.
Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
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