Monday, July 4, 2011

LAS BOTAS DEL CAMINANTE



      Por Eduardo Rodríguez Solís
     
      De la serie Carnets de Eduardo Rodríguez Solís
      (Número 83. 6-21-11)

       Son unas botas sensacionales. Se sienten como guantes. Son marca Toro y las usan los traileros y los que trabajan en los techos de las casas. No se acobardan ante el peso de un piano de cola, ni por la lluvia, o la nieve, te sirven para moverte en cualquier circunstancia. Las hay largas y cortas. Yo tengo botas de ambos tipos.
      Ahora que ando rondando todo el tiempo por la casa –ya no doy clases, nunca más me volvieron a llamar por pertenecer al club de la Tercera Edad-, uso tenis de los baratos (cuestan menos de 10 dólares y aguantan lo inaguantable). Mis botas siempre están en el baño, paraditas, esperando serme útiles. Tienen más de diez años de vida y siguen, ahí, más (dis)puestas que un calcetín.
      Les echo grasa, les doy su buen trapazo y quedan como nuevas. Cuando voy al banco o a algún otro lugar, me pongo jeans (de segunda mano) y una camisa azul. No olvido mis botas queridas, ni el blazer azul que tanto me gusta (también de segunda). La gente me ve, y a lo mejor susurra: “qué bien le va a ese cuate. Por los trapitos que trae encima, se le nota la elegancia, la clase…”
      Con mis botas he caminado por todos lados. Me parezco al gato de los cuentos, el famoso caminante que atraviesa millones de aventuras. He subido escaleras en torres de castillos viejos para rescatar princesas, peleado con dragones y gigantes que quieren exterminar a los seres humanos. Mis botas han servido de soporte. Son como columnas de un gran edificio que llega hasta la luna.
      Calzando mis botas he jugado al fútbol (soccer), pateado recipientes vacíos, matado cucarachas, pobrecitas amigas, y espantado ratones y víboras de cascabel.
      Mis botas han caminado tanto, y no tienen hoyos todavía. Fueron hechas en León, Guanajuato, pero las compré aquí mismo en Houston; cuarenta dólares el par. (Hay que recordar que tengo dos juegos… las largas y los botines).
      Cuando estire la pata, porque algún día lo tendremos que hacer (nadie se salva), voy a pedir que me entierren o me quemen con mis botas puestas. Quiero seguir caminando por senderos desconocidos, caminos que hay que vencer, ya sea en el cielo o en el infierno.
      Que se sepa que ha llegado un caminante, un hombre al que le gusta la naturaleza, con sus montes, ríos, puentes y animales. Alguien que quiere explorar dónde nace o muere el arco iris. Porque allá, despreocupados lectores, existen también las cosas de la Tierra.
      Vivan, pues, estas botas mías, la vida que me queda y la otra vida… Las botas son para caminar aquí y en el mundo que sigue…
      Y en el otro, y en el otro, y en el otro…



Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)  

2 comments:

  1. Tengo que comprar un par de botas como esas

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  2. Quiero subir al andamio de los limpiadores de ventana, haran posible que me.aceptan en ese exclusivo club, a pesar de mi.tercera edad quiero irme a la Isla color Naranja. me ofrecen alli una chamba, quiero ir bien preparado.gracias por tu Angel iridiscente, Creador Esplendente,Gracias!!!!!

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