Por Aida Ubeto
Morales
El balneario Montego Bay está ubicado al Suroeste
del Lago de Maracaibo en el Estado Zulia, Venezuela,
muy cercano a un pueblito llamado Barranquitas del Municipio Perijá.
Alisto mi traje de baño para nadar a
orillas del lago. Me gusta nadar y voltear mi mirada para,
a distancia, admirar el paisaje, y así
disfrutar del sol mientras juego en el agua. También, me
gusta saltar del muelle con cuidado, porque otros niños
también forman parte de esta diversión.
Busco ropa cómoda para poder trepar a los árboles.
¡Observar el panorama desde esta perspectiva es fantástico! Acomodo
un vestido para bailar. La pista de baile es enorme. Puedo imaginar a los
huéspedes bailando diferentes ritmos.
Llevo además algunas muñecas para mis amigas
Sonia y Fabiola, que viven justo al lado del balneario.
En esta temporada de vacaciones se espera recibir a
muchas personas de Machiques, La Villa del Rosario y otros pueblos cercanos. Me
parece escuchar la publicidad en la radio local, mientras viajo en el autobús
rumbo al lugar.
El balneario es especial. Lo construyeron mis
abuelos pensando que sería útil y refrescante para los huéspedes y siempre
trataron de satisfacer sus necesidades, manteniendo el sitio en buenas
condiciones para el disfrute familiar por más de treinta y
cinco años.
Ha pasado mucho tiempo desde mi última visita. Recuerdo
que contaba con una cocina donde mi abuela solía preparar sopas, carnes,
ensaladas, pescados y postres. Era importante ayudar a
organizar a las personas que esperaban su turno para comprar el ticket de la
comida. Una señora llamada Ada se encargaba de la tarea.
Durante la temporada de verano, se adicionaban kioscos
donde los niños compraban gallitos o cotufas, galletas, o refrescos. En el área
cerca de los kioscos, podíamos encontrar la medicatura, para asistir a las
personas que necesitaban de primeros auxilios y que con mucha
confianza podían ser atendidos por médicos y paramédicos.
La pista de baile era el lugar mas concurrido,
muchas personas gozaban de conversar, bailar y pasear por los alrededores, para
disfrute del conjunto musical que animaba el momento.
En temporada o fuera de ella, los pescadores
podían alquilar habitaciones para descansar después de un largo día
de trabajo.
Al final del balneario se encontraba la
choza de Camilo. Camilo era un guajiro muy querido y respetado por toda la
familia. Él ayudaba a cuidar el lugar y realizaba oficios para
mantenerlo en buenas condiciones.
Siempre me sentí muy orgullosa de mi familia. Todos
se coordinaban para abastecer, servir y complacer a los visitantes. La
posibilidad de divertirme en el balneario fue el mejor regalo que mis abuelos
Jesús Ramón Morales y Edaena Vargas de Morales pudieron hacerme.
Todos los días mi abuela despertaba muy temprano,
siempre primero que todos, para regar las plantas y remover la arena que
entraba con el viento a los distintos pasillos del lugar.
Posiblemente te encuentres cerca y decidas visitar
el balneario Montego Bay. Si luce muy distinto al que te he descrito es porque
ya no nos reunimos para celebrar con la comunidad, descansar, divertirnos
y disfrutar en familia.
Pero en mi memoria, permanecen vivos los recuerdos.
Aunque no exista nada, podrás disfrutar de un lindo atardecer allí, con los
pescadores pasando frente a ti y saludándote a
orillas del lago de Maracaibo.
Aida Ubeto Morales egresó de
la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela y culminó su
maestría en Educación para Niños con Necesidades Especiales en Fort Lauderdale,
Florida. Ejerce como terapeuta educativa para mejorar e incrementar habilidades
en los niños regulares o con necesidades especiales desde que nacen y hasta los
tres años de edad, en el Miami Children’s Hospital. Aporta de manera filantrópica
en ámbitos de la educación, capacitación docente y el desarrollo de actividades
deportivas para niños. Vive en la ciudad de Homestead, al Sur del Estado de la
Florida, Estados Unidos.
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