Saturday, June 14, 2014

GARABATO No. 65


 
 
 
Por Eduardo Rodríguez Solís
 

      Daba vueltas y vueltas en la cama, y no se dormía. Estaba difícil atrapar un sueño reparador. Estaba muy difícil.
      Pero al apretar fuerte los párpados se sintió como flotando entre las nubes.
      Y ahí, un viejo extraño se le apareció. Este ser era raro, muy raro. Era una cabeza con muchas greñas de cantante de rock and roll. Sus brazos salían al lado de sus orejas, y sus pies se movían debajo de su barba… Era una cabeza peluda, con brazos que salían de su cerebro, y con pies que surgían de su mentón.
      Ese viejo, más chico que un enano, se le puso enfrente y le dijo que se sabía que su deseo mayor era volar como los pájaros.
      Y que entonces, para lograrlo, tenía que hacer muchos aviones de papel.
      Esos caprichos de origami se tenían que guardar en las bolsas del pantalón del amante de los vuelos.
      Y, luego, ya estaba listo para la prodigiosa experiencia.
      Acto seguido, el sueño culminó y el hombre, todo sudoroso, abrió los ojos.
      Y metido en su triste soledad, se fue caminando hasta donde estaba una torre que pretendía atravesar las primeras nubes.
      Subió por la escalera vertical y llegó hasta las nubes que parecían de algodón de azúcar.
      Y abrió sus brazos, como si fuera una paloma o un cóndor, y empezó a flotar entre los vientos.
      Y subió y bajó, como si fuera un experto cardenal rojo, y se volvió de verdad un ser que dominaba las artes del vuelo.
      Y luego se fue con los vientos asirios, y se elevó hasta los primeros planetas… Y ya no se supo nada de él.
      (Esto puede pasar si uno se lleva a la realidad las cosas que son propiedad privada de los sueños. Esto lo digo, porque lo digo.)
      Pero, déjenme decirles que el viejo que era sólo cabeza, un día me vino a ver, con un cuaderno lleno de fantasías… Ahí, con letras rojas, estaba la leyenda del hombre que quiso volverse pájaro. Y en una bolsita de plástico llevaba muchos aviones de origami.
      Me regaló uno que parecía un jet 747… Este juguete de papel lo traigo como amuleto en mi cartera.


Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picadoSobre los orígenes del hombreDoncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
 

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