Foto: Isabel Pérez Lago |
Por Nara Mansur
de su poemario Un ejercicio
al aire libre (2004)
Hago
café cada mañana y la rutina me desplaza por los espacios como si estuviera
ciega. No necesito mirar la cafetera ni las tazas para hacer bien el trabajo.
Las manos han aprendido el oficio más humilde y citan a Baudrillard como una
forma del azúcar más grosera. Introducen la cucharilla en la taza en un gesto
masculino de posesión y placer. Revuelvo el líquido carmelita casi negro con
delectación de artista, como diría el Che --pero él utilizó esta palabra para
referirse a la revolución, para cambiar el alma de las personas, su propia
alma, mi propia arma. Mi acción es demasiado breve y estrecha (una cafetera de
cuatro tazas). Hacer el café, tomarlo sorbo a sorbo o como una ráfaga. La
cafetera es vieja y no tiene asa, fue útil en un hogar feliz al menos por un
tiempo. Cada mañana la lavo como a la anciana de un asilo, con un poco de
desprecio, sin jabón.
Cuando
el café comienza a subir por la torre me viene la imagen de Ignacio diciéndome:
“la princesa de la torre”. Debe haberlo dicho dos veces pero yo multiplico sus
palabras y las edito al menos para que me alcancen hasta el mediodía, o al
menos hasta que el café termine de colar. Cuando el café comienza a subir por
la torre me viene la imagen de Ignacio diciéndome: “la princesa de la torre”, y
recuerdo el verso fetichista de V.P.: “el pez de la torre nada en el asfalto”.
¿Ignacio
sería el pez de agua dulce que trata de vivir en la ciudad salada?
¿Yo
seguiré estando en la torre aun si no lo dijera más?
El
asfalto es negro como el café, pienso. Nada comparable a la ciudad, a la sal
del asfalto, al parque de Calzada. Nada en mi mente sino mi boca y la de él
adheridas al cristal en un beso insensible, y en cada cara del cristal la
mancha de café.
Nara
Mansur es poeta, autora de textos para la escena y crítico teatral. Ha
publicado los poemarios Mañana es cuando
estoy despierta (2000) y Un ejercicio
al aire libre (2004). Recibió el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén
2011 por su cuaderno Manualidades así
como el Premio de la Crítica Literaria 2011 por su libro Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Sus textos Ignacio & María y Charlotte Corday. Poema dramático han
sido llevados a escena por los grupos Teatro D’Dos y la Guerrilla del Golem.
Actualmente es colaboradora del Estudio Teatral El Cuervo que dirige Pompeyo
Audivert en Buenos Aires.
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