Por
Eduardo Rodríguez Solís
Tenemos tantas mariposas extrañas dentro de la cabeza que nos olvidamos
de los bellos matices que tiene el mundo que nos rodea.
Si
queremos, la ventana está abierta y podemos observar, por ejemplo, a la fauna
alada… Un pájaro azul revolotea, dando giros como clavadista olímpico, y se
posa en la punta de una rama.
Uno
gris brinca en el cemento y busca y encuentra pedazos de semillas. Come entonces, pero guarda algo para los que
esperan en el nido.
Uno
rojo pasa volando a gran velocidad, y no se detiene. Sabe que éste es
territorio prohibido… Hace tiempo fue ocupado por otros pájaros.
Y
los pájaros blanco y negro sólo observan las acciones… Están todos muy arriba,
en las últimas ramitas de un viejo ciprés.
Nosotros, dejamos que las mariposas extrañas se vayan volando, y nos
quedamos con el alma limpia (creemos) observando muchos puntos de interés que
tiene la naturaleza por todos lados.
Concentramos nuestra mente en las grandes y pequeñas vidas. Y nos
creemos a veces insectos, y nos creemos a veces pájaros del color que se
quiera.
Y
todo lo experimentamos mientras de una radio lejana sale una música que parece
del Jardín del Edén.
Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha
publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la
revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido
reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre
los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El
señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha
sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos
Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido
representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive
y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
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