Dos fragmentos de teatro de
Eduardo Rodríguez Solís
Primer fragmento: “Cerca de la
luna.”
UN VIEJO DRAMATURGO, AL
CUMPLIRSE 50 AÑOS DEL ESTRENO DE SU OBRA “PASO A LA VIDA”, INVITA A SUS ACTORES
(TRES MUJERES Y CUATRO HOMBRES). LA CELEBRACION SE HACE EN UN
CUARTO-ESTUDIO-HABITACION, QUE TIENE EL ESCRITOR EN LA AZOTEA DE UN VIEJO
EDIFICIO UBICADO EN EL CENTRO DE LA CIUDAD DE MEXICO.
AL INICIARSE LA ACCION, EL
DRAMATURGO ESTA AFUERA, COMO OBSERVANDO LAS ESTRELLAS. SON LAS NUEVE DE LA
NOCHE.
DANIEL.- Siempre son las mismas. Son los ojos de mi vida. Se desparraman en
la noche. Las hay pequeñas y las hay que no se ven… Las grandes están llenas de
vida.
Ustedes, todos los que me
miran, pueden echar los ojos para arriba y pueden observar el milagro de la
noche… Lo que se puede ver sin pagar.
Espectáculo para cada uno. Algo
que nos acompaña desde siempre. En las buenas y en las malas… Así son las
estrellas y su noche. Ahí están, en los tiempos malos y en los tiempos buenos…
Son, algunos dicen, un regalo de Dios…
Luego, esa noche y esas
estrellas, se mezclan con el silencio de las horas. La gente duerme y el
silencio se engrandece… Crece hasta volverse una música suave, cristalina,
tenue… Y los que pueden, sueñan ilusiones, fantasías… Y los que viven con dolores
de alma, sufren las pesadillas, los sueños diabólicos…
Yo prefiero tomar una hoja de
papel y un lápiz. Borroneo palabras, frases, verbos. Invento mundos. Pequeños o
grandes universos. Dejo que lo que queda del alma se derrame, se vuelque, como
un río, como una caída de agua, como una cascada de líquido fresco…
A veces las palabras se
acomodan con armonía y se levantan torres que pueden llevar amor, pasión, dolor
y lo que se quiera.
Surge entonces un paraíso.
Vemos colinas y ríos, y observamos el caminar de hombres y mujeres.
¿A dónde vas?, le preguntamos a
una joven mujer que se tapa el rostro con las dos manos.
“Busco la puerta del paraíso”,
te contesta.
Ella es el personaje de nuestra
poesía, la esencia de todo lo que hemos hecho.
“Soy la estrella mayor, la que
está cerca de la luna”, grita la joven.
Entonces lanzas tu mirada hacia
el cielo, pero no hay estrellas. La noche realmente todavía no empieza…
SUENA EL TELEFONO. DANIEL ENTRA A SU CUARTO. SE DESPLAZA HASTA EL TELEFONO.
CONTESTA.
DANIEL.- Sí… Hola, Antonio. ¿Dónde andabas? ¿Ya te vienes para
acá? ¿Oporto? Ah, está bueno. Con un vasito revives. Bueno, eso dicen los
portugueses… Pero, oye, ¿vienen los demás? No han hablado. ¿Rosita? ¿A qué
horas viene? Perfecto. Apúrate. Ya son pasadas las nueve… Chau…
DANIEL CUELGA EL TELEFONO.
DANIEL.- Son siete. Tres actrices y cuatro actores. Tienen que
venir. Tienen que estar aquí… Tan culpables fueron ellos como yo… Bueno, yo les
di la palabra y ellos pusieron el cuerpo, el gesto, las frases dichas…
Antonio habló. Ya viene en
camino. Traerá una botella. Va a ver si encuentra Oporto. Ese vino rojo,
oscuro, que levanta el espíritu, según los portugueses.
Ahora, a los cincuenta años de
aquel parto profiláctico, hay que juntarse. Lo exige el espíritu. La familia
alguna vez estuvo unida y ahora se tiene que volver a reunir.
Primera llamada. Los corazones
empezaban a alborotarse. La sangre cambiaba su pulso. Todos terminaban de
ponerse polvos y rayas en la cara. También, tomaban el libreto y buscaban las
partes que apenas si se sabían. Porquería de actores. Indisciplinados. Flojos
esqueletos rumberos.
Segunda llamada. Algunos se ponían
de rodillas y rezaban padrenuestros y Aves Marías. Los corazones como que se
vomitaban. La vida como que llegaba al borde de un precipicio… Los actores se
apuntaban en las manos “palabras clave”. Ave María, horribles actores
desordenados.
Y luego, cuando casi todo se
volvía penumbras, venía la tercera llamada, y se recomendaba al público
sentarse en sus lugares, y se terminaba diciendo “tercera llamada, tercera,
tercera llamada… Comenzamos”.
Pero se me hace que estoy
brincando de una cosa a otra. Se me hace que estoy volviendo loca a mi
audiencia, a este público que son todos ustedes.
Pero volvamos a los hechos. Yo
estaba casi a las puertas de un paraíso. El paraíso que es de todos y que es de
nadie. Junto a mí estaba la mujer joven que se tapaba el rostro.
Ella me decía que me callara,
que no hiciera ruido, porque ya estábamos cerca de la gran puerta. Me decía que
los guardianes de esa puerta siempre dormían, porque ahí, cerca del muro,
tenían un pequeño cuarto con dos camastros y un calentador de carbón. Me decía
que había que acercarse casi de puntas, como bailarina de ballet. El ruido
estaba prohibido… Si había ruido los guardianes tomaban sus escopetas y
empezaban a tirar plomazos al cielo…
Entonces, casi sin respirar,
sintiendo cada uno el calor del otro, nos replegábamos en la pared y bien que
escuchábamos el ronca que ronca de los guardianes.
Y entonces venía la bonita
historia que estábamos esperando, la historia de la joven mujer que se tapaba
el rostro con las manos…
Soy la estrella más grande, me
decía, la que está cerca de la luna. Nací por accidente y mis padres me
aventaron al mundo. Ahí iba yo botando y botando. Brincando de un lado a otro.
Sin tener una cobija propia… No había muñecas, no había juguetes, no se conocía
el verdadero amor…
Los viejos, esos dos viejos que
me recogieron de ese río lento donde yo navegaba en un “Moisés” de madera y
paja, me dieron el poco calor que todavía les quedaba. Me enseñaron el camino
del bien y me señalaron los senderos de la gente mala.
Por ahí puedes caminar. Por ahí
te puedes meter al bosque. Por ahí puedes llegar al río. Por ahí puedes
encontrar la felicidad… Los otros caminos, conócelos, pero no los uses, no los
pises, por Dios…
Y con esas locas imágenes en la
cabeza, con esas palabras que me decía la joven que se tapaba el rostro… Me fui
a la mesa y escribí lo siguiente:
Aparición nocturna,
amiga del paraíso,
buscadora de los caminos
perfectos,
levanta la mano para
observarte.
Grita tu nombre para
reconocerte.
Aparición nocturna
que te escondes a cada
instante,
separa las manos de tu
rostro
y enséñame el perfil que
te envuelve.
Déjame mirarte
en esta noche que no
acaba.
Déjame mirarte
en esta muerte que ya se
acerca…
Y yo, echaba mi cabeza para
atrás, y cerraba los ojos, y suspendía el aliento, para volverte a ver… Pero
todo se desplomaba, todo se lo llevaba el viento, todo se volvía nada…
Cincuenta años es mucho tiempo.
También, cincuenta años puede ser poco tiempo. Todo depende del momento en que
se ve, en que se piensa. Si se trata de un nuevo amor es mucho tiempo. Si se
trata de una gran guerra puede ser poco tiempo. Pero cuando se habla de lo
nuestro, del trabajo de los creadores, de los que levantan los telones de la
comedia, de los que ponen las luces de la tragedia, es difícil decir que es
poco o es mucho tiempo… Aquí todo depende de la pasión de ese universo que
hemos creado… También depende de la calidez y la calidad de los ojos que nos
están viendo…
“Paso a la vida”, aquí está.
Con todas sus páginas con anotaciones de colores. Que si esta mujer dice sus
cosas con facilidad o con honradez. Que si las dice fuerte, tan fuerte que se
deben caer las paredes que nos rodean… Que si aquel actor debe trabajar más su
memoria, porque cuando habla como que dice sus partes cayéndose de una cuerda
floja…
En fin, éste es el texto o el
libreto… “Paso a la vida”, setenta y cuatro páginas, con todos los colores que
se conocen, con todos los verbos que hemos inventado, con la magia de aquellos
años, con la fantasía mezclada, con la realidad, con la locura de un escritor
que quiere conquistar al mundo, con las razones y las sinrazones que siempre
nos persiguen como fantasmas…Como sombras que están pegadas a nosotros…
“Paso a la vida”. Esta es la
obra, La celebración se centra en la vida efímera que surgió de aquí, de estos
papeles casi amarillos, papeles que lloran, papeles que ríen.
PAUSA. DANIEL BUSCA. ENCUENTRA
UN DISCO. LO PONE EN LA VIEJA TORNAMESA. LA MUSICA SE ESCUCHA. SE TRATA DE LA
SONATA PATETICA DE BEETHOVEN.
DANIEL SE SIENTA EN EL SUELO.
ABRE LOS BRAZOS. SE QUEDA INMOVIL.
DESPUES DE UNA LARGA PAUSA,
DANIEL SE INCORPORA.
DANIEL (ASOMANDOSE A LA NOCHE).- Parece que hay más estrellas. Parece que
las que estaban escondidas se han animado a salir. Y esta oscuridad del cielo,
con esas estrellas desparramadas, se parece a aquella noche… Esta oscuridad se
parece a aquella larga noche…
Veinte escritores competían.
Una obra distinta cada noche. Se trataba del Festival de Primavera. Había
cuatro premios a las mejores obras. También se daban reconocimientos a actores,
actrices, escenógrafos, directores. La ciudad no era tan grande como ahora.
Seríamos unos ocho millones. Casi la tercera parte de lo que somos ahora. La
gente, en el mundo, era la misma. Guerras por aquí y guerras por allá, y todo,
para proteger los intereses de unos cuantos.
Bum-bum, parecen decir las
estrellas, es una guerra que se inventa… Con la guerra la rabia se condensa, la
rabia se satisface…
TOCAN A LA PUERTA. PARECE QUE ESTAN TOCANDO UN TAMBOR. DANIEL CAMINA HACIA
LA PUERTA. ABRE. ENTRA ANTONIO. LLEVA EN LA MANO UNA BOTELLA.
DANIEL.- Hasta que llegaste. Ya era hora…
ANTONIO.- La ciudad está hecha un desastre. El tránsito patas arriba. No
hay control. Todo es un caos.
DANIEL.- ¿Conseguiste el Oporto?
ANTONIO.- La bebida de los dioses. Pero hay que tomarla de poco en poco. Si
se toma a lo loco no sirve de nada… Mira…
ANTONIO SACA DE SUS ROPAS DOS VASITOS PEQUEÑOS. LOS MUESTRA A DANIEL.
ANTONIO.- Un vasito diario.
DANIEL LE DA VUELTA AL DISCO. LA MUSICA SIGUE. ANTONIO DESCORCHA LA BOTELLA
Y SIRVE LOS VASITOS. EXTIENDE UNO A DANIEL. BEBEN EL VINO.
Termina el primer fragmento.
Segundo fragmento: ‘Viaje
sideral.”
NARRADOR I.- Dos jóvenes tuvieron la idea de hacer un viaje muy largo.
Construyeron un avión de papel y cartón y se fueron volando…
NARRADOR II.- Llegaron así, después de una travesía muy accidentada, hasta
la mitad de un desierto… Caminaron entonces y pudieron escuchar el sonido del
viento…
TECNICO DE SONIDOS (DICIENDO EL TEXTO Y HACIENDO RUIDOS).- Ruido de
viento…
NARRADOR I.- También escucharon los ruidos extraños de miles de insectos…
TECNICO DE SONIDOS.- Ruido de insectos…
NARRADOR II.- Y detrás de las montañas escucharon el canto de un pájaro
misterioso…
TECNIDO DE SONIDOS.- Canto de un pájaro misterioso…
EXPLORADOR I.- ¿Y ahora qué vamos a hacer? Se nos está acabando la comida y
casi no nos queda agua.
EXPLORADOR II.- Tenemos que resistir. Pronto vendrá un avión con
provisiones…
EXPLORADOR I.- Pues yo tengo mucha hambre… Y también miedo…
NARRADOR I.- Los jóvenes exploradores estaban cansados y buscaron un lugar
donde dormir.
NARRADOR II.- El sol se ocultó y aparecieron la luna y las estrellas.
NARRADOR I.- El viento ahora silbaba…
TECNICO DE SONIDOS.- Viento silbando…
NARRADOR II.- A lo lejos se escuchaba el aullido de un lobo… Era un aullido
prolongado…
TECNICO DE SONIDOS.- Aullido de lobo.
EXPLORADOR II.- Pues yo me duermo… Ya no puedo más…
EXPLORADOR I.- Mañana será otro día… Mañana quizás todo cambiará…
NARRADOR I.- Los jóvenes se durmieron y tuvieron un sueño muy extraño…
NARRADOR II.- En el sueño, una nave especial se acercó a ellos…
TECNICO DE SONIDOS.- Ruido de nave especial.
Termina el segundo fragmento.
Eduardo Rodríguez Solís
(D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de
la revista Mester, del Taller de Juan
José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre
los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido
premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho.
Su obra de teatro Las ondas de la Catrina
ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York.
Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
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