Tuesday, November 12, 2013

GARABATO No. 31




      
Por Eduardo Rodríguez Solís


      Entre la Playa de Ipanema y la Laguna de Rodrigo de Freitas, en Río de Janeiro, Andrés se encontró un caracol azul que sonaba de muchas formas. A veces su ruido era de un mar tempestuoso, y a veces era de cascada tranquila. Pero los fines de semana soltaba sonidos diferentes.
      Los sábados llevaba la voz delgada de una soprano. Esos días, si escuchabas con atención, el caracol azul te regalaba canciones de amor. Y los domingos, te podías deleitar con una voz de tenor que cantaba aires absolutamente festivos.
      Pero un día, como que el cielo se cayó, y las aguas de la lluvia se volvieron torrentes. Todas las calles del pueblo de Andrés se inundaron y el agua turbia entró por las puertas, y el caracol azul, con sus ruidos diversos se fue con los ríos que entraban y salían.
      Entonces Andrés se puso triste. Ya no tenía su cuerno maravilloso, su caracol azul que tanto lo consolaba en sus horas de soledad.
      Cuando las aguas terminaron y todo se normalizó, gracias a los rezos de la gente (y no por los trabajos de las autoridades), Andrés se propuso localizar su caracol azul.
      Hizo un mapa de donde vivía y lo cuadriculó, numerando los espacios. Y empezó a buscar, minuciosamente, cuadro por cuadro.
      Y la vida de Andrés se iluminó. En el espacio 16, al remover unos pedazos de cartón, apareció lo que se le había perdido.
      Después de verificar la autenticidad del caracol azul, regresó a su casa.
      Grandes suspiros lanzó Andrés al escuchar, en sus siempre soledades, los sonidos del mar y las voces humanas.
      Y cuando Andrés ya no pudo seguir viviendo, y se le llevó al cementerio, llevaba entre sus manos a su caracol azul.
      --Esa fue su última voluntad –dijo una mujer vestida de negro.
      Extrañamente, quizás gracias a los sonidos de aquel cuerno maravilloso, el camposanto de ese pueblo se volvió, casi de la noche a la mañana, un jardín muy florido.
      El pueblo de Andrés, situado en la isla Bom Jesus, se volvió famoso por los tantos aromas y perfumes que salían de aquel jardín, casi conventual.



Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)

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