Por Nara Mansur
De su poemario Un ejercicio al aire libre (2004)
Camino por la calle Ánimas. Hoy hice algo por primera vez
algo se abrió, algo se abre, una cascada de espuma suave
una inyección de nitrógeno en mi aburrimiento
en la suave quietud de los prospectos y los calmantes del
corazón.
Quiero correr por la calle Paseo
en la que los autos no se detienen.
Quiero decirle a mi madre: lo hice, lo hago, lo estoy
haciendo
me duele el corazón que me construiste, las venas, la sangre
del pulmón al cerebro sin paradas en estaciones intermedias.
A lo lejos veo una muchacha que hace la peor pregunta de su
vida
dice “otra vez” entre signos de interrogación.
Oye la dulce lengua de los que aman callados y no sabe
que esto es sólo el inicio, la primavera de un entrenamiento
en el que se cruza un puente a oscuras
y nadie se da cuenta.
¿Por qué a la larga mis conversaciones son la máscara
de una verdad sin retorno?
Los principios me acechan, me dan la vuelta
miran mi espalda como los amantes crueles
que no reparan en el lunar de la nuca y bajan, bajan
hacia el paisaje vegetal.
Necesito la voz de mi madre, su pelo.
Amo su manera de reír, el abandono
cuando parece que no lo sabe, y es más joven que yo.
El tren, el autobús pasará, el avión sin alas.
Las figuras del cuadro al fin iniciarán la cena
y mi frente será arrugada
como las naranjas que me arrancan el esmalte de los dientes.
Espero el retorno, espero la letanía de lo imprevisto
cada vez cumplo menos años, me volatilizo.
Tengo tu foto adherida
pegada con goma barata en mi luna córnea
camino a través de tu rostro.
La ciudad es la ciudad que existe detrás de tu cuerpo
tu chaleco azul, los ojos haciendo el día más gris
tus ojos mirando a mi padre celebrar su cumpleaños
verlo feliz, a él, que pide refresco para su hermana
y son dos niños de padres inmigrantes en un pueblo de campo.
El camino está lleno de frituras y carne.
El aceite sirve para resbalar, de canal cosmonáutica.
Me duele el hombro izquierdo, la manía del contoneo
dramático
los ojos enrojecidos porque no he tomado nada
y la ausencia es la exagerada carencia de mi almita de
heroína
hablando siempre de ética
de cirugía del corazón, de perdedores con éxito
de otras calles por donde caminas
en las que hay un apartado rincón que te contiene.
Allí habrá un libro deshojado, sin carátula
correrán los niños de siempre, con la pelota de siempre
que irá a dar a tus pies.
Sonreirás y seguirás de largo
ensimismado en ti, en los libros que no leo.
Llegarás al final de la calle.
La primera línea de mi carta vuelve a tu memoria
y reconstruyes entonces lo que ya sabes:
los autos que no se detienen en Paseo
la manera casi enfermiza en que recuerdo a mi madre
a mi padre, la luna córnea que me sobrevive
tú, tus ropas, la abertura en mi corazón
y los niños de la calle que te entregan esta carta.
Nara
Mansur es poeta, autora de textos para la escena y crítico teatral. Ha
publicado los poemarios Mañana es cuando
estoy despierta (2000) y Un ejercicio
al aire libre (2004). Recibió el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén
2011 por su cuaderno Manualidades así
como el Premio de la Crítica Literaria 2011 por su libro Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Sus textos Ignacio & María y Charlotte Corday. Poema dramático han
sido llevados a escena por los grupos Teatro D’Dos y la Guerrilla del Golem.
Actualmente es colaboradora del Estudio Teatral El Cuervo que dirige Pompeyo
Audivert en Buenos Aires.
No comments:
Post a Comment