Por Eduardo Rodríguez
Solís
Abrió la puerta de la
choza. Vio la playa y el mar medio alborotado.
Volaban algunas
gaviotas y buscaban comida para ellas y para sus críos.
El cielo estaba gris.
Quizás se esperaba una tormenta.
Comió un plátano,
medio negro a medias. Algo había que echar al estómago.
Escuchó un maullido y
algo le cayó encima. Era la gata de tres colores… Blanco, café claro y negro.
Sintió el calor del
felino. Pero el animal, inquieto, buscó otro lugar.
De la radio, que se
había encendido, casi con una patada, salió el rock.
Después de una pausa
larga, donde se dormitó un poco, el hombre caminó hasta sentir lo mojado del
mar.
Al escuchar otro
maullido, el hombre se acercó a una cubeta llena de agua salada. Sacó de ahí
una latita de alimento de gatos, y le dio su “room service” a su amiga, la
gata.
--Room Service para
la Suite Presidencial –dijo el hombre, y la gata comió sabrosamente.
El hombre tomó una
hoja de papel y dibujó la playa, con el mar al fondo. Todo en blanco y negro,
con trazos hechos con un plumón.
El dibujo fue clavado
dentro de la choza, al lado de una imagen de la Guadalupana.
Una güerita asomó su
rostro. Traía a una amiga. Querían un dibujo de las dos.
Se sentaron en unas
sillas de mimbre y se pusieron en buena pose.
Las mujeres quedaron
muy contentas del resultado y pidieron una copia del dibujo que se acababa de
hacer.
Pagaron sus dolaritos
y se fueron.
Entonces el hombre se
santiguó y puso sus primeros billetes del día en un bote vacío de sopa de tomate
Campbell’s.
La gata dormitaba.
El hombre pensaba en
el pasado y en el triste presente.
La lluvia apareció y
la melancolía se acrecentó.
El hombre, el artista
del dibujo, lloraba y suspiraba…
Despierto, se puso a
soñar…
Era ahora un
dibujante famoso y se le rendía culto. Uno de sus dibujos sencillos valía lo
que un coche sport del año.
Y hasta el primer
rocket tripulado al Planeta Marte, llevaba un dibujo suyo en el fuselaje.
Pero este sueño que
se soñaba despierto se esfumó. La triste realidad era su choza, que se caía a
pedazos, y sus dibujos blanco y negro, que valían, cada uno, lo que una cerveza
del país.
Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de
teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester,
del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales
por Banderitas de papel picado, Sobre los orígenes del hombre, Doncella
vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su
cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al
cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las
ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en
Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
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