Wednesday, April 16, 2014

GARABATO No. 57




Por Eduardo Rodríguez Solís


      Extraña situación vivía Felipe de Jesús Zambrano: Sus bolsas del pantalón estaban llenas de magia.
      Si echabas un billete de veinte pesos y caminabas unos diez pasos, el billete se salía por una de las piernas del pantalón, y se quedaba tirado por ahí.
      Si alguien se daba cuenta de esto y regresaba el billete, y el dueño del pantalón lo metía a una de las bolsas del pantalón, y luego checaba cuánto traía en sus bolsas, gritaba de gusto porque ahora traía dos billetes de a veinte.
      Ante esta extraña y afortunada situación, Felipe de Jesús Zambrano se hacía de buen dinerito.
      Por ejemplo, se encontraba con un amigo… Le pedía a su cuate veinte pesos prestados. El amigo le daba el dinero y la plata se guardaba en el pantalón… Luego, venía la breve caminata y la caída del dinero… Y el prestador del dinero recogía la lana del suelo y se la devolvía a su dueño… Luego, el propietario del pantalón mágico checaba el monto de su dinero, y regresaba el dinero que le había sido prestado.
      Pero llegó el día de las desgracias, de la mala pata. Felipe de Jesús Zambrano había lavado muy bien su pantalón mágico y lo había colgado al sol para que se secara… Y una vecina que veía con ojos amorosos a Felipe de Jesús Zambrano, quiso desaparecerle su viejo pantalón, sustituyendo éste por un pantalón flamante, a la moda.
      Y el pantalón viejo, el pantalón lleno de magia, se lo llevó un ropavejero, que arrastraba una carreta llena de tiliches viejos e inservibles.
      --Ropa vieja que regale o cambie –pregonaba el viejito de cabello plateado.
      Y la gente salía con sus trapos, y hasta alguien sólo se asomaba por una ventana, arrojando trapiches al carretero.
      --Ropa vieja que regale o cambie –gritábase el pregón
      Y dos semanas anduvo el pobre de Felipe de Jesús Zambrano buscando al ropavejero… Hasta que lo encontró detrás de un cerro.
      Y ya Felipe de Jesús Zambrano le iba a reclamar su pantalón, cuando se dio cuenta que la prenda “mágica” la traía puesta el propio ropavejero.
      Entonces, detrás de unos árboles viejos se intercambiaron pantalones…
      Unos chiquillos se carcajearon de ellos cuando los vieron en paños menores…
      --Viejitos cochinos –gritó uno.
      El ropavejero recibió un pantalón a la moda y Felipe de Jesús Zambrano se puso de nuevo su querido pantalón viejo…
      Y su corazón se llenó de felicidad. La magia estaba de regreso… Y los billetes se duplicaron hasta cuando, a los setenta años, un infarto acabó con ese juego de la magia y de la vida.
      Felipe de Jesús Zambrano se fue al cielo o al infierno y sus pantalones viejos se volvieron bandera de unos niños que jugaron un día a los piratas… El capitán Morgan gritaba órdenes a su tripulación, y casi se abordaba un galeón lleno de tesoros…
 

Eduardo Rodríguez Solís (D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de la revista Mester, del Taller de Juan José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho. Su obra de teatro Las ondas de la Catrina ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York. Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)


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