Por Eduardo Rodríguez Solís
Extraña situación vivía Felipe
de Jesús Zambrano: Sus bolsas del pantalón estaban llenas de magia.
Si echabas un billete de veinte
pesos y caminabas unos diez pasos, el billete se salía por una de las piernas
del pantalón, y se quedaba tirado por ahí.
Si alguien se daba cuenta de
esto y regresaba el billete, y el dueño del pantalón lo metía a una de las
bolsas del pantalón, y luego checaba cuánto traía en sus bolsas, gritaba de
gusto porque ahora traía dos billetes de a veinte.
Ante esta extraña y afortunada
situación, Felipe de Jesús Zambrano se hacía de buen dinerito.
Por ejemplo, se encontraba con
un amigo… Le pedía a su cuate veinte pesos prestados. El amigo le daba el dinero
y la plata se guardaba en el pantalón… Luego, venía la breve caminata y la
caída del dinero… Y el prestador del dinero recogía la lana del suelo y se la
devolvía a su dueño… Luego, el propietario del pantalón mágico checaba el monto
de su dinero, y regresaba el dinero que le había sido prestado.
Pero llegó el día de las
desgracias, de la mala pata. Felipe de Jesús Zambrano había lavado muy bien su
pantalón mágico y lo había colgado al sol para que se secara… Y una vecina que
veía con ojos amorosos a Felipe de Jesús Zambrano, quiso desaparecerle su viejo
pantalón, sustituyendo éste por un pantalón flamante, a la moda.
Y el pantalón viejo, el
pantalón lleno de magia, se lo llevó un ropavejero, que arrastraba una carreta
llena de tiliches viejos e inservibles.
--Ropa vieja que regale o cambie
–pregonaba el viejito de cabello plateado.
Y la gente salía con sus
trapos, y hasta alguien sólo se asomaba por una ventana, arrojando trapiches al
carretero.
--Ropa vieja que regale o cambie
–gritábase el pregón
Y dos semanas anduvo el pobre
de Felipe de Jesús Zambrano buscando al ropavejero… Hasta que lo encontró
detrás de un cerro.
Y ya Felipe de Jesús Zambrano
le iba a reclamar su pantalón, cuando se dio cuenta que la prenda “mágica” la
traía puesta el propio ropavejero.
Entonces, detrás de unos
árboles viejos se intercambiaron pantalones…
Unos chiquillos se carcajearon
de ellos cuando los vieron en paños menores…
--Viejitos cochinos –gritó uno.
El ropavejero recibió un
pantalón a la moda y Felipe de Jesús Zambrano se puso de nuevo su querido
pantalón viejo…
Y su corazón se llenó de
felicidad. La magia estaba de regreso… Y los billetes se duplicaron hasta
cuando, a los setenta años, un infarto acabó con ese juego de la magia y de la
vida.
Felipe de Jesús Zambrano se fue
al cielo o al infierno y sus pantalones viejos se volvieron bandera de unos
niños que jugaron un día a los piratas… El capitán Morgan gritaba órdenes a su
tripulación, y casi se abordaba un galeón lleno de tesoros…
Eduardo Rodríguez Solís
(D.F.) ha publicado libros de teatro, cuento y novela. Fue el primer editor de
la revista Mester, del Taller de Juan
José Arreola. Ha recibido reconocimientos nacionales por Banderitas de papel picado, Sobre
los orígenes del hombre, Doncella vestida de blanco y El señor que vestía pulgas. Su cuento San Simón de los Magueyes ha sido
premiado y llevado al cine por Alejandro Galindo, con guión de Carlos Bracho.
Su obra de teatro Las ondas de la Catrina
ha sido representada en muchos países, así como en Broadway, New York.
Actualmente vive y trabaja en Houston, Texas. (erivera1456@yahoo.com)
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