(Una versión libre para títeres de Dinorah Pérez)
Efectos especiales a cargo de una o dos maestras (puertas, pasos, música, teléfono, etc.)
Personajes: Romeo, Julieta, Madre de Julieta, Padre de Romeo, Obispo.
Narrador: Querido público, he aquí una historia de amor sin fin. Romeo Montesco Pérez y Julieta González de Capuleto luchan sin descanso contra todos los que se oponen a su felicidad.
Romeo asoma su cabeza en un costado del retablo
Romeo: ¿Dónde estas amor mío? ¿Dónde te has ido?
Julieta (sale por otro costado): Aquí estoy.
Romeo: ¿Preparaste la mochila?
Julieta: Agua, galletas, una barrita de conserva de guayaba y un poco de cereal.
Romeo: Con eso es suficiente, vamos.
Desaparecen tras el retablo. Se escuchan toques en la puerta. La madre de Julieta sale.
Padre de Romeo: ¡Cariño, se han escapado los niños!
Madre de Julieta: Ya lo sé. Creo que se han dado cuenta de lo nuestro.
Padre: Ayer Romeo me preguntó por qué yo venía tanto por este vecindario.
Madre: ¿Y tú que dijiste?
Padre: Le dije la verdad, que tú colabas el mejor café de la comarca.
Ríen. Suena el teléfono.
Madre: Hello? ¡No! Oh, pero… (Cuelga el teléfono) Era el Obispo. Romeo y Julieta están en la iglesia.
Padre: Pues para allá vamos. Estos muchachos de hoy en día pueden cometer una locura.
Iglesia. Alguien tararea la marcha nupcial de Mendelssohn. Romeo y Julieta están arrodillados frente al Obispo.
Obispo: Romeo Montesco Pérez, ¿aceptas por esposa a Julieta González de Capuleto?
Romeo: Acepto.
Obispo: Julieta González de Capuleto, ¿aceptas por esposo a Romeo Montesco Pérez?
Julieta: Con mucho gusto.
Entran los padres.
Madre: ¡Nadie se mueva! Nadie de un paso atrás ni adelante.
Julieta: Demasiado tarde, mami.
Madre: Hija, yo sólo quería darte mi bendición.
Padre: Hijo, yo quería decirte que tú tenías toda la razón: amo a la señora Capuleto con todas mis fuerzas.
Madre: Señor Obispo, nosotros también queremos casarnos.
Julieta y Romeo: ¡Felicidades!
Se dan besos y abrazos.
Obispo: Pues no faltaba más. Yo los declaro esposo y esposa.
Algarabía general.
Narrador: Y así fue como Romeo Montesco Pérez y Julieta González de Capuleto pudieron ser felices para siempre.
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